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Aldeas de la Moheda y Cedrón

Diputación de Málaga
Aldea de El Cedrón, Cuevas Bajas. Sierra Norte de Málaga

Aldeas de la Moheda y Cedrón

El origen del municipio de Cuevas Bajas parte de la creación de las aldeas de la Moheda y el Cedrón, que se construyeron durante la reconquista cristiana en época medieval para repoblar estas zonas deshabitadas y destinarlas a la explotación agrícola.

En el kilómetro 6.1 la etapa 15 de la Gran Senda de Málaga (GR 249), se llega al cortijo de Cedrón, una de las cortijadas (diseminados, aldeas) que forman parte, junto a la Moheda y el propio casco urbano de Cuevas Bajas, del término municipal de este último.

Tras la conquista de Antequera en 1410, todo el territorio circundante, incluidas Cuevas de Belda (el principal asentamiento de la zona en época medieval), pasó a control castellano. Excepto por un episodio efímero en 1424, cuando es ocupada nuevamente por andalusíes (ante la despoblación generalizada de esta zona fronteriza), todo el territorio de Cuevas de Belda pertenece a Antequera y pasa a formar parte de su villa, desde que en 1441 Juan II de Castilla le otorga el título de ciudad. Los nuevos repobladores de esta zona se asentaron en los lugares conocidos como El Pilar y Los Frailes, próximos a la Sierra del Camorro (la ubicación de la antigua Cuevas de Belda), en La Moheda y aquí en Cedrón. Los dos primeros asentamientos (El Pilar y Los Frailes) darán lugar a las Cuevas Altas, actual Cuevas de San Marcos. Con el tiempo, los repobladores también se asientan en lugares más próximos al Genil, más productivos desde la perspectiva agrícola, y junto a las cortijadas que se establecieron en La Moheda y en Cedrón, darán lugar a las Cuevas Bajas, o Cuevas de San Antón.

La cortijada de Cedrón está formada por poco más de una decena de casas con distinta tipología, con la calle principal empedrada y un horno de uso común. Antes de la aparición de las tahonas, estos lugares debían procurarse el pan, básico en la alimentación, por sus propios medios. Para elaborar el pan, generalmente cada ocho días, primero se encendía el horno retirando las ascuas cuando acababa la combustión. Se consideraba que la temperatura era la idónea cuando las paredes del interior estaban blancas. Después de limpiar bien la base, se introducían las masas que se cocían gracias al calor que permanecía en las paredes del horno. El nomenclátor de 1860 indica que Cedrón tenía en esa fecha nueve viviendas, siendo dos de ellas de una planta y el resto de dos plantas.

A 150 metros de Cedrón, un desvío a la derecha lleva en unos 500 metros a la cortijada de La Moheda, algo menor que la anterior, donde existen las ruinas de un antiguo molino de aceite de prensa de viga, del que se conserva la torre de contrapeso, de planta rectangular, con un tejado a cuatro aguas. Según el nomenclátor, en 1860 La Moheda tenía cuatro viviendas de dos plantas y el molino citado.

En el entorno de la Moheda han aparecido indicios cerámicos que apuntan a que el lugar constituyó un asentamiento relacionado con la explotación agrícola de estas tierras en época romana; también aparece cerámica medieval.

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