Desde el punto de inicio, conocido popularmente como Camino del Lavadero, emprendemos la marcha coincidiendo con dos rutas locales, la de Buena Vista y Fuente Gorda. Sobre nuestras cabezas va quedando la mole donde se asienta Comares. Pronto llegamos al cruce del callejón de Hilarico y doblamos a la derecha para continuar por el carril que poco antes de confluir con la MA-3105, se deriva por una vereda. Por encima del cruce de la carretera se elevan los tajos de la Haza Grande, dos preciosas moles calizas modeladas por los agentes atmosféricos y frecuentadas por el avión roquero. Tras advertir que no vienen coches, cruzaremos enfrente para buscar algo más abajo el carril de la Alquería. En la misma encrucijada, al otro lado de donde vemos una marquesina del bus, parte la vereda que se acerca al manantial de la Alquería. Allí se encuentra la fuente del Lavadero, antaño frecuentado por las lavanderas de Comares. 

Los enclaves rurales se suceden en este tramo del GR-242, entre ellos el de Huerta Baja. No dejamos de descender rodeados de multitud de algarrobos y con bonitas vistas a la ensenada de Vélez Málaga y al azul del cercano mar Mediterráneo. Sin duda, el resguardo de estas laderas que miran al sur no pasó inadvertida a los primeros pobladores andalusíes que hallaron aquí fértiles tierras regadas por los distintos manantiales que circundan la orla metamórfica. Hoy día, muchos de esos antiguos ranchos se han destinado a segundas viviendas y las otroras albercas de riego tienen ahora por misión mitigar los calores del verano.

Avanza esta segunda etapa hacia los diseminados de los Gómez y los Gutiérrez, buscando el fondo del cerrado valle del arroyo de Paomé, aunque el camino, ahora terrizo, se ciñe a la curva de nivel y pasará a la otra orilla tras dibujar un cerrado arco que evita lo que sería una pronunciada bajada y posterior subida. El vado de este humilde afluente del río Benamargosa es un remanso de vida. Por aquí circula el agua hasta en los periodos del estío. En sus orillas crecen adelfas y sauces que dan cobijo a insectos, anfibios y pequeñas aves como el chochín o la curruca capirotada.

Las vertientes, aquí como en otros lugares de la montaña mediterránea, dirimen los usos agrícolas en función de las horas de sol y el grado de humedad. Esta circunstancia se advierte en la preponderancia de unos u otros cultivos. En nuestro caso, la falta de cuidados en algunos almendrales y olivares va unido al abandono de algunos ranchos y a la proliferación del viñedo allá donde se da bien.

Nada más vadear el arroyo de Algamiz pasamos a rodear el cerro Aguilera. Desde la tranquilidad y el sosiego que nos procura caminar sin mayor esfuerzo, asistimos a un cambio en los aprovechamientos agropecuarios. Los viñedos, esparcidos en laderas de fuerte pendiente, ocupan parte del espacio. Junto a las pequeñas cortijadas se ven los paseros y un reguero de zigzagueantes senderos que acceden a cada rincón de las parcelas. Estamos ante un paisaje cultural sobresaliente y único en la montaña mediterránea. A este panorama antropizado se unen reductos de vegetación mediterránea ceñidos a las cañadas y a los lugares más inaccesibles, como recuerdo de lo que fue y es ahora dicho territorio.

Esta zona de la Axarquía no ha pasado desapercibida a la introducción de los neocultivos. Así, el muestrario de arboledas es tan dispar como sorprendente, con asociaciones vegetales impensables donde se mezclan especies tropicales con mediterráneas, ya sean mangos, aguacates, viñas, almendros y olivos, algunos de ellos, como podréis apreciar, centenarios.
Intentar descubrir los diferentes hitos geográficos, será otro entretenimiento en este bonito tramo de la Gran Senda de la Axarquía. Además de Comares, fácilmente identificable por hallarse en lo alto de un otero o La Maroma, omnipresente en el GR-242, sumamos algunas localizaciones como Benamargosa, el Boquete de Zafarraya, paso natural entre las comarcas de la Axarquía (Málaga) y Alhama (Granada) o la curiosa Peña del Hierro, donde se ubica un importante yacimiento arqueológico datado entre el Neolítico y la Edad del Bronce. Este afloramiento calizo es frecuentado por los amantes de la escalada.

Sin más dilación, llegamos a Cútar. Hasta aquí hemos recorrido 9 km y nos restan 2,3 km para llegar a El Borge. Recomendamos recorrer las estrechas y empinadas calles de este pequeño pueblo de la Axarquía, prototipo de pueblo blanco donde la herencia andalusí se presiente en cada rincón del casco urbano. Conviene visitar la iglesia parroquial, del más puro estilo mudéjar o la fuente de Aína Alcaharía.

Reanudamos la excursión por la calle Málaga, accediendo a unas escaleras que nos dejan justo en el km 0 de la carretera Benamargosa-El Borge (MA-3106). Enfrente, hacia el sur, a través de un estrecho y empinado carril hormigonado jalonado de olivos y almendros, prosigue la Gran Senda de la Axarquía. Nos espera un desnivel de 110 m en algo menos de un kilómetro. Debemos tomarnos con calma el ascenso y disfrutar de las bonitas panorámicas que nos acercan a puntos muy dispares de la comarca. Una vez alcanzado el puerto de Cútar, habrá que hacer una parada para recuperar el resuello mientras disfrutamos del paisaje circundante. De los cuatro caminos que se abren aquí, seguimos el segundo a la derecha, el cual corresponde con la vía pecuaria Vereda de Cútar, uno de tantos caminos públicos que vertebran las distintas poblaciones de la Axarquía.

Al poco de iniciar el descenso y próximos a una balsa de riego, el carril se convierte en vereda. Abajo ya divisamos El Borge y el cercano caserío de Almáchar. Caminamos por el lomo divisorio de dos cañadas que fenecen en el arroyo de El Borge, entre parcelas de clareados viñedos alternados con almendrales, olivares y algunos bancales de aguacates. La flora silvestre busca igualmente su espacio y se aferra a los linderos del camino o a las zonas incultas. Podremos apreciar bolinas, retamas, acederas, espartos e hinojos, además de pequeñas aves como la cogujada común o la curruca cabecinegra. También abunda el agave, planta originaria del norte de México y sur de Estado Unidos que fue introducida en Europa por navegantes españoles y portugueses. En Andalucía se le denomina: pita y tiene numerosos usos medicinales. Aunque se la considera especie exótica invasora, desde hace tiempo forma parte de los paisajes áridos de la cuenca mediterránea.

El sendero fluye a un carril que muere en la traza de la carretera MA-3109 (El Borge-Almáchar), junto al casco urbano de El Borge. Recomendamos acceder al pueblo por el cercano Arco de la Pasa. Allí existe un ventanal con una bonita vista al conjunto urbano. Un poco más adelante hallamos la Fuente de la Vendimia, que evidencia la cultura vitivinícola de esta localidad. De la misma manera se la conoce por ser cuna del temible bandolero Bizco de El Borge. Existe un espacio expositivo, llamado Galería del Bandolero, que recomendamos visitar.