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Historia de Ojén

Diputación de Málaga
Topoguía GR 243. Sierra de las Nieves. Pagina 66. Ojén

Historia de Ojén

La historia de los primeros pobladores del término de Ojén se remonta al Paleolítico Medio, por el hombre de Neandertal, aunque también se han encontrado pruebas contundentes de asentamientos del Neolítico en la Cueva Pecho Redondo.

Aunque no hay noticia escrita sobre asentamientos romanos, se cree que durante la época del Bajo Imperio Romano había, en este término, un poblado dedicado a la explotación agrícola y ganadera.

En el 711, con el inicio de la dominación árabe, se empiezan a plasmar interesantes huellas en el trazado urbano de Ojén, además de los restos del castillo y sus tradicionales aprovechamientos de agua para la agricultura.

Siglos más tarde, en el año 1485, se produjo la toma definitiva de esta población por el Rey Fernando el Católico, época en la que poseía una gran actividad comercial con África. En aquella época Ojén dependía de Marbella, población que había sido tomada por los cristianos ese mismo año, pero donde no permitieron la presencia musulmana para evitar su colaboración con los piratas turcos y con los berberiscos.

En el año 1609, los moriscos fueron expulsados definitivamente de la zona por el rey Felipe Tercero, para dos siglos más tarde, concretamente en el año 1807, independizarse de Marbella.

Ojén fue visitada por el rey Alfonso Trece, quien vino invitado a una cacería en el Refugio de Juanar, Parador Nacional desde 1965 y actualmente dedicado a la hostelería siendo uno de los establecimientos más singulares de la provincia.

La villa de Ojén cuenta con todas las características propias de un pueblo de montaña aunque viven de cara a la Costa del Sol, al estar situado a unos 10 kilómetros de Marbella. Y es que Ojén, como antes decíamos, siempre ha recibido la visita de numerosos e ilustres turistas. Ya en el siglo dieciocho el cronista británico Francis Carter describía que era "un pueblo de gente afable y sencilla, que desconoce el té y el café, pero que disfruta de leche de cabra en sus tazas de barro". Es, por tanto, el turismo una de sus principales fuentes de ingresos. Pero también están las labores agrícolas más tradicionales, como se puede comprobar en los bancales de huertas que rodean al pueblo, de cítricos y hortalizas.

Antes de entrar al pueblo encontraremos la fuente de "El Chorrillo", que da la bienvenida a los visitantes y cuenta con un agua de excelente calidad. No hay que olvidar que estamos en la Sierra de las Nieves. Adentrándonos en el pueblo veremos que las calles son estrechas y empinadas; las casas blancas y adornadas con flores. Pero también veremos que hay numerosas cuevas, capricho de la Naturaleza, que presentan un paisaje singular en el entramado urbano. Como en todos los pueblos, la plaza es el centro de su actividad.

Muchas son las curiosidades de este municipio. Quizá las más relevantes son el festival de flamenco, "El Castillo del Cante", que celebra todo los años y por el que desfilan las grandes figuras del momento; o su ya mítico aguardiente, que fue el más famoso de España y que se destilaba en esta villa. El artífice de la receta fue Pedro Morales quien la guardó tan celosamente que, a su muerte, se perdió y su hijo ya no pudo conseguir un sabor igual.