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Empanadillas de cabello de ángel

Diputación de Málaga
Empanadillas de cabello de angel. Embalses Guadalhorce y Guadalteba

Empanadillas de cabello de ángel

Ingredientes

  • ½ Kg. de cabello de ángel
  • 100 grs. De azúcar
  • ½ Litro de vino blanco
  • Cáscara de naranja
  • 750 Gr. De harina
  • ½ Litro de aceite
  • Matalahúva
  • Anís seco.

Preparación

1.  Se fríe con una cáscara de naranja y a continuación, se le añade harina, vino blanco, matalahúva y anís seco. Se amasa suavemente hasta que la masa quede homogénea.
2. Se espolvorea con harina la mesa en que se vaya a extender la masa. Se extiende a fin de que quede fina y se preparan tortas sobre las que se coloca el cabello de ángel en la oportuna proporción. Se cierran y se fríen.
3. Una vez fritas, se espolvorean con azúcar.

Notas históricas

Por los ingredientes y el modo de elaborarlas, estas empanadillas se parecen mucho a unos pestiños; la única diferencia es el relleno de cabello de ángel, esa dulce mezcla de cidra con almíbar. Esto no resulta raro si tenemos en cuenta que, en el terreno de la dulcería, es frecuente que los nombres de un mismo producto sean distintos de un lugar a otro.
La nomenclatura de los dulces es especialmente frondosa. Los hay que no pueden disimular su clara ascendencia morisca: alajú, alfajor, almojábana; otros parecen onomatopeyas y sus nombres nos recuerdan el ruido que hacen cuando los comemos: corruco. A veces tienen un nombre rotundo, mostachón, otras delicado: melindre; en ocasiones suena enigmático, ochío. Uno de los más acertados es el bienmesabe antequerano, algo así como una oración fundida en nombre tras perder las pausas y los espacios.
Sea porque los mejores dulces se elaboran en conventos, sea porque se hacían con motivo de alguna festividad religiosa, el caso es que muchos aparecen con nombres santificados (huesos de santo, yemas de santos, roscos de santos) o aluden a las benditas monjas que los elaboraban: suspiros de monjas, sin mentar los atrevidos pedos o higuitos de monjas. No es la primera vez que la lengua acude al virginal y prohibido tema monjil para referirse a algo que sabe a gloria; así, para ponderar la exquisitez de un condumio se ha acuñado la expresión sabe a teta de novicia.