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Historia de Riogordo

Diputación de Málaga
Museo etnográfico, Riogordo. Axarquía

Historia de Riogordo

Una de las muchas teorías existentes sobre el origen del nombre de Riogordo apunta a la naturaleza pesada y densa que tenía el río de la Cueva. Sus aguas arrastraban minerales desde el interior de la cavidad natural y hacían que el agua saliese "gorda", por lo que este hecho pudo dar nombre al pueblo.

Precisamente, este caudal de agua quizá fue la causa de los primeros asentamientos neolíticos en la zona. De esta época son los restos hallados en el Tajo de Gómer y, de la Edad del Bronce, en el Cerro de la Capellanía y Cerro de Alcolea.

También existen vestigios de la colonización fenicia (algunas tumbas encontradas al pie de la Sierra del Rey) así como restos de la dominación romana en los mosaicos de las villas de Auta (en el Llano del Rey y Capellanía), que datan del siglo tercero. Pero, como siempre en Andalucía, la época de expansión económica de este pueblo se debe al asentamiento árabe, quienes reforzarían el Castillo de Aute como emplazamiento defensivo.

La ubicación actual de la villa se debe a los Reyes Católicos y su origen estuvo en un campamento utilizado por los monarcas cristianos en la conquista de Vélez. La invasión francesa también dejó su huella en Riogordo, donde se formaron guerrillas para combatir a las tropas galas. Uno de los personajes más destacados de esta resistencia fue "el cura de Riogordo", que se enfrentó con su propio acuartelamiento y armas al ejército galo.

En cuanto al trazado urbano del pueblo decir que se divide en dos barrios: el alto o "Cerrillo" y el bajo o "La Plaza". Las casas tradicionales se mezclan con las solariegas, de los siglos dieciocho y diecinueve, todas perfectamente encaladas. En el casco antiguo las calles se ven enlucidas por las hornacinas, trece en total, que se sitúan sobre el dintel de las puertas. Algunas de ellas son del dieciséis. Como calles típicas podíamos destacar La Santa, el Horno y la del Deán de Rojas.

Aunque hay un incipiente turismo, sobre todo en Semana Santa, cuando tiene lugar la representación de El Paso (en el que intervienen más de 400 vecinos en un escenario-recinto de más de 12.000 metros cuadrados), la principal fuente de ingresos sigue siendo la agricultura a la que se dedica más del 60 por cien de su población, destacando los cultivos de secano, como los cereales, el olivo y los almendros, aunque también hay algo de huerta y frutales en la zona del río de la Cueva. Una pequeña cabaña de caprino y ovino es el complemento a la actividad agrícola, si bien, también cuentan con granjas avícolas y alguna que otra industria textil. Singular de este pueblo son sus caracoles y la manera de prepararlos, lo que le ha dado reconocida fama.