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Historia de Málaga

Diputación de Málaga
Alcazaba de Málaga 3

Historia de Málaga

Situada en una "hoya" rodeada de montañas, Málaga ha tenido una historia compleja por las dificultades de comunicación con el interior, siendo su principal enlace con los demás pueblos (hasta el desarrollo de las comunicaciones) por mar, a través de su puerto. Paso natural a África siempre ha sido punto de encuentro y de intercambio de culturas, desarrollando una actividad comercial que estuvo apoyada en ese puerto.

Los primeros en pisar tierra malagueña fueron los fenicios quienes no sólo encauzaron el proceso de civilización de las poblaciones indígenas malagueñas con su comercio, su moneda y alfabeto, sino que mejoraron la agricultura e incorporaron la metalurgia del hierro, el trabajo de los metales preciosos y la transformación artesanal de las pesquerías. Ellos fundaron Malaka, cuyo primer asentamiento estaba emplazado a los pies del monte Gibralfaro, en el espacio que hoy ocupa la Alcazaba. Durante esa época en la que Cartago dominaba el Mediterráneo, Málaga experimenta un desarrollo notable en sus fortificaciones al mismo tiempo que se va consolidando el puerto.

Más tarde llegarían los griegos y, posteriormente, los romanos a quienes se debe gran parte del entramado urbano actual y la comunicación con Sevilla y Granada. Con los romanos la ciudad pasa a llamarse Malaca si bien mantuvieron la misma morfología existente aunque añadiéndoles algunos edificios públicos. Los historiadores calculan que, por entonces, ese recinto romano tendría unos 6000 metros cuadrados y estaría habitado por unas tres mil personas. La ciudad estaría defendida por las murallas y un pasadizo entre ésta y el muro fenicio. En la colina de la Alcazaba se situarían el templo, el teatro, etc. que formarían parte de una ordenación dispuesta en terrazas escalonadas sobre la ladera del monte Gibralfaro. La importancia de la zona se confirma con la gran cantidad de yacimientos encontrados, entre los que destaca el teatro romano descubierto en 1951.

Tras seis siglos de romanización y otros tres de dominación bizantina y visigoda, el Islam conquista la Península Ibérica y, con ella, el territorio malagueño. Durante la ocupación musulmana la ciudad vivió uno de mejores momentos, sobre todo en el ámbito comercial, situándose a la cabeza de la economía del reino. Un periodo de auge que finalizaría con la guerra de conquista del Reino de Granada. Fue durante la época nazarí cuando se consolida la organización y humanización del territorio malagueño. La producción agrícola es tan importante que se llegan a exportar variados productos como el aceite, las pasas, los higos, las almendras, o la seda, los cuales serán canalizados por el puerto sobre todo por los italianos, en especial los genoveses, que se establecieron en la ciudad y organizaron los mercados con el Noroeste de Europa, llegando incluso a construir un lugar fortificado llamado Castil de Genoveses, que formó parte de la estructura urbana de la ciudad hasta principios del diecisiete.

La Málaga nazarí tenía un espacio urbano distribuido según el concepto islámico de ciudad: un núcleo principal (la Medina), una fortaleza defensiva que estaba unida a la residencia del poder (el conjunto de La Alcazaba-Castillo de Gibralfaro) y las zonas de crecimiento en extramuros (los "arrabales"). Por tanto, la Medina (actual centro histórico de la ciudad) reunía las principales funciones religiosas, comerciales y militares. Pero era en el complejo Alcazaba-Castillo de Gibralfaro (conjunto que actualmente se encuentra en un muy buen estado de conservación y que el turista puede conocer) el espacio de poder. La Alcazaba, fortaleza acotada y privada, se completa con el Castillo y con las "corachas" que eran fortificaciones formadas por una o dos murallas que partían del recinto fortificado. En cuanto a los "arrabales", los historiadores señalan la existencia de dos: el de la Fontanella, que se extendía desde la Puerta de Antequera a la Puerta de Granada; y el de los tratantes de Paja, denominado así por el geógrafo islámico Al-Idrisi, que se extendía al oeste del Guadalmedina, comprendiendo los barrios del Perchel y de la Trinidad.

Málaga se incorpora a la Corona de Castilla en 1487 después de un asedio que la obligó a sucumbir por hambre. Con la entrada en esta nueva época se va a producir un importante cambio en la forma de construir la ciudad, aunque subsistirá gran parte del entramado árabe. Los cristianos reorganizan la ciudad para adaptarla a sus costumbres y necesidades, aunque será en las nuevas construcciones, en la zona de expansión, donde se verá con más intensidad la nueva arquitectura. Básicamente se sustituyen las mezquitas por iglesias y se construyen nuevos edificios religiosos, sobre todo conventos. La actuación de mayor relevancia de la época en la ciudad intramuros fue la apertura de calle Nueva, llevada a cabo en 1491, para unir, mediante un trazado recto, la Plaza Mayor (actual Plaza de la Constitución) con la zona portuaria y dar una rápida salida al tráfico generado por el puerto. De esos conventos merecen especial atención los construidos en las afueras de la ciudad y en los bordes de los caminos históricos (camino de Granada, camino de Antequera, Camino de Casabermeja...). Son los conventos de la Victoria, de la Trinidad, de Capuchinos, de San Andrés y de Santo Domingo, actualmente, y como es lógico, todos dentro de la Málaga de hoy.

Después de este paréntesis, la capital vuelve a experimentar un crecimiento económico con el impulso del sector ganadero y agrícola. A este último se incorporan los cultivos de cereales y los viñedos. Un nuevo impulso comercial que atrajo hasta Málaga a un gran número de extranjeros que, en el siglo dieciocho, suponían el 5 por ciento de la población. Tanto en el siglo diecisiete como en el dieciocho, en los barrios del Perchel y de la Trinidad se desarrollaran unos nuevos tipos de construcción, los "corralones", que eran inmuebles organizados en torno a un patio central y de uso plurifamiliar. Hoy en día todavía quedan algunos en uso. Y es que en el siglo dieciocho la ciudad experimenta un notable auge urbano e importantes cambios con grandes obras públicas. El origen de esta expansión está en el gran crecimiento demográfico, llegando a tener en 1789 casi 50.000 habitantes. Pero también fue la expansión agrícola y comercial, los cambios ideológicos, las nuevas instituciones (Consulado Marítimo y Terreste o la Sociedad Económica de Amigos del País), la pérdida de la hegemonía de los gremios en favor de la burguesía comercial.... Todos estos factores supusieron grandes cambios urbanos, con pérdida del valor de las estructuras militares (se empieza a derribar la muralla), se consolida la ciudad conventual, se realizan grandes construcciones (la Aduana o el salón de la Alameda), se construyen caminos, se amplía el puerto, etc.

El nacimiento de Málaga, desde el punto de vista político y administrativo, fue en 1833. A la vez, y durante el siglo diecinueve, será cuando adquiera un importante protagonismo en el proceso de industrialización, convirtiéndose en la segunda provincia, en este sentido, de España (tras Barcelona). Este proceso estará en manos de unas cuantas familias (los Loring, los Larios y los Heredias) quienes constituirán la oligarquía de la burguesía mercantil local. Pero no sólo impulsarán la industria sino todas las operaciones y necesidades relacionadas con ellas: el ferrocarril Málaga a Córdoba, el Banco de Málaga, las compañías de seguro, etc. Las consecuencias inmediatas de este proceso sobre la morfología de la ciudad serán el asentamiento de fábricas y almacenes así como la aparición de barrios obreros (Huelin, La Pelusa y El Bulto) sobre todo en la zona oeste, desarrollada por las grandes obras de equipamientos infraestructurales: el ferrocarril y su estación, terminados en 1865; y los diques y muelles del puerto que, hacia 1895, se amplían marcando las actuales líneas básicas.

Pero una crisis económica generalizada en el último tercio del siglo diecinueve hundiría la industria y economía malagueña de la que no logra salir hasta la época de los años 60 del pasado siglo. Se produce el fenómeno de desindustrialización el cual, unido a un nuevo crecimiento demográfico, genera un hacinamiento constructivo. Así Málaga pasa de tener casi 90.000 habitantes en 1870 a tener más de 134.000 en 1887. Este periodo coincide en el tiempo con los procesos de desamortización, desarrollados a partir de 1835, así como con los de renovación urbana y reforma interior. La desamortización en Málaga fue especialmente importante, dado en número de edificios religiosos que existían. Se destruyen conventos como los de San Bernardo, Santa Clara, el Angel, el de Santa María de la Paz, el de las Capuchinas o el de la Merced, entre otros, dando lugar a una transformación del núcleo histórico. Y se construyen nuevos edificios civiles, como los que se edifican en los solares de las Atarazanas o en la Alhóndiga. De todos los proyectos de reforma interior destaca la apertura de calle Larios, que comprendía también la construcción de 12 manzanas de edificios. Este proyecto se llevó a cabo por la Sociedad Mercantil "Hijos de Marqués de Larios" y se ejecutó tan sólo en cuatro años. Desde su inauguración, la calle Larios se ha mantenido hasta hoy como la más significativa de la ciudad y ejemplo de una correcta intervención sobre la trama histórica de la ciudad. De esta época también es el Parque, obra que aporta a Málaga calidad medioambiental.

No obstante, en este periodo de crisis las carencias en infraestructura se agudizan. Será durante la dictadura de Primo de Rivera cuando los temas urbanos vuelvan a tener interés. Es una época en la que aparecen los núcleos periféricos (El Palo, Torremolinos,...) y las llamadas "casas baratas" en zonas como Carretera de Cádiz, Camino Suárez, Trinidad... siendo Ciudad Jardín la mayor realización residencial de esta etapa de crecimiento. Tras la dictadura, Málaga entra de nuevo en la atonía urbana. Con la irrupción de la Guerra Civil el proceso urbano se detiene y, acabada ésta, empezará el periodo de reconstrucción, que se plasmará en la construcción de numerosas barriadas "autárquicas" situadas junto a los principales ejes. Estas serán construidas por la Administración a través de la Obra Sindical del Hogar y el Instituto de la Vivienda, destacando el barrio de Carranque, construido en 1955 con 2161 viviendas. Por lo demás no se producirán transformaciones de entidad a excepción del derribo de la manzana de la Marina y la unión del Parque con la Alameda. En esta época se construyen importantes equipamientos de carácter administrativo (la Casa de la Cultura -hoy en día derribada-, el Palacio de Justicia, el edificio de Sindicatos, etc.).

A finales de los años 50 del siglo veinte, es cuando en la Costa del Sol se inicia un espectacular desarrollo turístico, que dará lugar a la entrada de importantes contingentes de emigrantes y que provocará un gran auge constructivo. La población en 1960 era superior a los 300.0000 habitantes y en 1975 era de más de 410.000. Paralelamente a este proceso la economía urbana se terciariza. La compleja situación urbana hizo que diversos colectivos empezaran a demandar una nueva manera de construir.

Hoy en día Málaga es una ciudad cosmopolita, con más de 545.000 habitantes, que está en un continuo proceso de transformación y recuperación de espacios para el ciudadano y el visitante. Es el motor de la economía andaluza, con un enorme tirón en la construcción y en el turismo. Es la quinta ciudad de España por habitantes y su aeropuerto es también el quinto de España, tras Madrid, Barcelona, Mallorca, Gran Canarias y Tenerife. Además, cuenta con el Parque Tecnológico de Andalucía, el más importante de la comunidad, y auténtico motor de proyectos empresariales de alta tecnología. Con un puerto que es base de cruceros. Sin embargo, esta posición privilegiada, tanto en lo económico como en las comunicaciones, no la hace olvidar sus raíces históricas: Málaga es, ante todo, una ciudad abierta a todos, es una ciudad amable y de clima excepcional en la que, cualquiera que la visite, sentirá el cariño de los malagueños y disfrutará de unos magníficos días.