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Historia de Árchez

Diputación de Málaga
Alminar mudéjar. Árchez

Historia de Árchez

Al pueblo de Árchez se le puede considerar como la Joya Merinita del siglo doce. El origen de los asentamientos urbanos se remonta a innegables raíces moriscas de lo que pudo ser una alquería. Ello explica la estrechez de sus calles y la distribución apelmazada de sus casas. En este pueblo concluye la llamada Ruta Mudéjar, con el alminar más bello de toda la Axarquía. Este alminar, de casi 15 metros de altitud, conjuga todos los elementos de la estética almohade de los siglos trece y catorce. A él se le añadió el campanario, donde repican dos campanas, llamadas Maria de la Encarnación y Nuestra Señora del Pilar, ambas fundidas en 1876 según reza la leyenda labrada en la primera.

La historia de Árchez es paralela a la de Sedella, Salares o Canillas de Aceituno; y es que, tras la pujanza musulmana, también participó en la rebelión de Bentomiz, sufriendo las posteriores deportaciones de moriscos y pasando a depender del marquesado de Comares.

El casco urbano no ocupa una gran superficie y tampoco tiene desniveles muy acentuados. Paseando por sus calles, podemos observar diferentes diseños en la arquitectura de sus casas, algunas de ellas con tejados a dos aguas y otras con terrazas (las de construcción más reciente). Muchas de estas casas tienen pozo propio y se abastecen del agua de las numerosas corrientes que pasan por el municipio.

Existen testimonios de que ya en el siglo diecinueve funcionaban en el pueblo dos alambiques, dos molinos de harina, cuatro almazaras y tres telares de lienzos, que componían sus tejidos en el característico bicolor blanco y azul. Hoy en día se pueden ver las ruinas de los molinos (Reusto, Castán y Doña Fidela) alineadas a lo largo del río Turvilla, llamado, más abajo, Algarrobo.

Actualmente ya no existen estas industrias tradicionales, basándose la economía, fundamentalmente, en la agricultura: almendra, huertos y, sobre todo, olivar.