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Cueva del Tesoro

Diputación de Málaga
Cueva del Tesoro

Cueva del Tesoro

El municipio de Rincón de la Victoria se encuentra a unos 10 km. de Málaga capital y en él, entre La Cala del Moral y el Rincón, se encuentra esta cueva, en la conocida zona de El Cantal. Y es que los "cantales" son pequeños acantilados que se formaron en época jurásica y que se asoman al mar por esta parte de la costa mediterránea.

Esta cueva es una de las tres únicas cuevas de origen marino que se conocen en el mundo, siendo, además, la única de estas características en el Continente europeo; las otras dos están en Asia y en América Central (Méjico).

Sus historias y leyendas se remontan a diversas épocas: al Paleolítico, a la primera Edad del Bronce, a los fenicios, con los romanos y con los árabes. De todo ello han quedado numerosas muestras, aunque el misterioso tesoro árabe que dicen que oculta en sus entrañas está aún por descubrir... aunque la Cueva en sí misma es un tesoro para la Humanidad.

En este lugar y en tiempos remotos existían materiales silíceos depositados en una zona de sedimentación. A su vez, sobre éstos se fueron sedimentando nuevas capas de cúmulos calizos. Esta combinación geológica comenzó a elevarse a causa de presiones subterráneas y, fruto de las corrientes marinas y el golpear de las olas, se constituyeron diversas oquedades y galerías que emergieron en los Cantales de la zona por la presión de los extremos de la plataforma de sedimentación.

De esta forma el mar constituyó galerías típicas de cuevas submarinas, con columnas y gargantas que son la base de la Cueva del Tesoro. Más tarde, una vez emergida la zona sobre el nivel del mar, filtraciones de agua dulce fueron constituyendo formaciones de estalactitas y estalagmitas, propias de cuevas de origen terrestre y de la erosión por agua dulce. De este modo quedó conformada la actual Cueva del Tesoro, con unos 500 metros de galerías y una zona de lagos.

A la entrada de la Cueva existe una exposición y Salas de Interpretación del entorno geológico y natural del paraje, así como de los restos hallados que han podido conservarse. Y es que la Cueva conservaba en su interior grandes tesoros, unos reales ya descubiertos, y tal vez otros por descubrir. Entre los primeros, algunas pinturas rupestres, que residían en zonas no accesible al público. También fueron encontradas cerámicas del Neolítico "de las Cuevas", una punta de flecha del Solutrense, puntas de silex, hachuelas, buriles, lascas, cuchillos pulimentados, pulseras, punzones y arpones óseos, restos fenicios y árabes...

Se dice que en ella se ocultó unos meses, en el año 86 antes de Cristo, Marco Craso, huyendo de la persecución de Mario y Cinna. Ya Plutarco se hace eco de la existencia de esta cavidad, lo que es recogido en 1789 por Cecilio García de la Leña en su obra "Conversaciones Históricas Malagueñas".

Pero mucho antes de saberse que la Cueva del Tesoro era única en Europa y que sólo existen otras dos en el mundo que tienen un origen submarino, mantuvo secularmente un acusado carácter místico. Los habitantes de la zona atribuían a su entorno fenómenos mágicos, extraños, "paranormales", con la existencia de numerosas apariciones...

Sin embargo, lo que en los últimos siglos centró la atención de propios y extraños fue la leyenda del impresionante tesoro escondido en el siglo XII por árabes que llegaron huyendo de las revueltas de su tierra. Es aquí donde difieren las leyendas, pero sólo en la autoría: unas establecen que fueron cinco reyes moros los que arrumbaron a nuestras costas cargados de enormes riquezas, que pusieron a salvo escondiéndolas en la Cueva del Tesoro; otras versiones señalan que fue el emperador de los almorávides Tasufín Ibn Alí el poseedor del tesoro.

Este "El Dorado rinconero" incitó desde el siglo XVII el inicio conocido de partidas de descubridores, que alteraron las condiciones en las que se encontraba la Cueva. No obstante, estas alteraciones se realizaban sobre otras anteriores, que permitían alimentar aún más, si cabe, la creencia de que tales modificaciones tuvieron por objeto la ocultación del gran tesoro. Cuando en el siglo XVIII aparecieron en la Cueva una serie de granates, pocas dudas quedaron de que las leyendas sobre el tesoro eran ciertas.

La primera persona que dedicó, literalmente, la vida al descubrimiento fue un suizo, Antonio de la Nari, en la primera mitad del siglo XIX. Él abrió galerías y un pozo (conocido como el "Pozo del Suizo") mediante barrenos. Esta técnica exploratoria fue la que le costó la vida en 1847, cuando le alcanzó la que inevitablemente sería la última explosión provocada por él. El recuerdo de Antonio de la Nari perduró en el tiempo hasta el punto en que, durante décadas, a la Cueva se la conoció como la "Cueva del Suizo".

Pero sería D. Manuel Laza Palacio quien realizaría el más profundo estudio de esta Cueva, que era de su propiedad, durante casi cuatro décadas y hasta su fallecimiento en 1988. Durante su trabajo aparecieron en las cercanías 6 monedas almorávides de oro de los tiempos de Yusuf Ibn Tasufín. Este descubrimiento no hizo sino avivar la creencia de que en algún punto, aún por descubrir, se encuentra esperando el inmenso tesoro escondido.

Gracias a todos los años de investigación dedicados, D. Manuel Laza logró ubicar en La Cueva del Tesoro uno de los tres famosos santuarios prehistóricos del sur de la Península. El primero, dedicado a Hércules, está ubicado en el Peñón de Gibraltar. Un segundo, en el cabo de Gata (Almería), consagrado a Venus Marina. Ambos, fueron construidos por griegos y romanos respectivamente a partir de santuarios tartésicos y fenicios. Pero el más importante de los tres era el de la diosa lunar, a quien Rufo Festo Avieno, en su poema "Ora Maritima", llama Noctiluca. Este santuario enlaza con las comunidades íberas y los primeros pobladores fenicios.

Laza Palacio decía, en la revista "Gibralfaro" en 1972, lo siguiente: "Yo he tenido la suerte de localizar este santuario prehistórico, en el que está el germen de la ciudad de Malaka; ese santuario lunar, esa gruta prehistórica viene a ser la matriz en la que se engendró la vida ciudadana de la antiquísima Malaka (...)". "Cuando tras penosa excavación pudimos penetrar en las recónditas salas del fondo de la cueva del Higuerón o del Suizo, pude advertir que junto a una extraña figura de piedra caliza, que aparenta la figura de una mujer envuelta en un manto, con un gran ojo circular que podría ser la cabeza, aparecía en el suelo una gran mancha grisácea, parecían cenizas. Tomé muestras que fueron analizadas por mi hermano el Dr. Modesto Laza, que dictaminó que se trataba de fosfato de cal; es decir, aquellos polvos grisáceos eran cenizas de huesos. A los pies de aquella figura de piedra de forma tan extraña se presenta también una especie de altar bicorne, desde luego obra espontánea de la erosión natural, que le ha dado esa forma como de media luna en aquel saliente de piedra."

El descubrimiento fue en 1955 y esas características recordaron a Laza las descripciones que el profesor Glotz hacía del santuario lunar de la cueva de Psycro, en la isla de Creta. "Del mismo modo, la descripción que hace Tito Livio de la forma que tenía la imagen de la diosa Cibeles, la madre de los dioses, que es esta misma diosa mediterránea, me llevó al convencimiento de que la cueva del Higuerón fue el santuario prehistórico del que habla Festo Avieno en su poema histórico-geográfico. Y, aún más, si recordamos que entre las escasas pinturas rupestres descubiertas por Breuil en esta gruta figura una cabeza de cabra montés, que es animal consagrado a la diosa lunar".

La figura de Noctiluca se considera como motor espiritual del Mediterráneo: adorada en Siria como Astarté, en Egipto como Isis, en Grecia como Hécate, Cibeles y Afrodita, Noctiluca es la Diosa Madre, principio femenino que se añade al eje rector de la Luna como organizador de los ciclos vitales y agrícolas.

Visita a la Cueva

La visita se inicia observando una exposición de restos arqueológicos que iremos viendo según descendemos por la Sala de la Virgen, en la que destaca El Pozo del Suizo, creado mediante barrenos por Antonio de la Nari. Continuaremos por la sala de Marco Craso, así denominada porque en ella se sitúa su escondite durante su huída de la persecución de la que fue objeto por Mario y Cinna, como antes decíamos. La zona de pinturas rupestres no está accesible para el visitante.

Continuando, se llega a la Sala del Águila, en la que una gran roca presenta la apariencia de este animal para, posteriormente, continuar por las Galerías Laberínticas. Inmediatamente llegaremos al Santuario de Noctiluca, diosa de la luna, de la noche, de la fecundidad...

Finalmente, y por ese ala, el visitante accede a la Sala del Volcán, donde se observa una oquedad que finaliza en una sima la cual, probablemente, llegue hasta el mar. Regresando hasta la Sala de la Virgen podremos avanzar hacia la bellísima Sala de los Lagos, con un especial encanto y majestuosidad.

Horario de visitas

La Cueva del Tesoro (El Cantal Alto) puede ser visitada todos los días, siendo éstas audioguiadas.

El horario de invierno y verano puede consultarse en la siguiente web: https://www.turismoenrincon.es/cueva-del-tesoro/

Cómo llegar

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