
Gran Senda de la Sierra de las Nieves (GR 243). Etapa 05. Guaro - Monda
1. Inicio de la etapa:
Acceso al punto de inicio: Calle Camino de Sotornil, el cual se desprenden de la travesía de Guaro, en la carretera A-7100.
2. Finalización de la etapa:
Acceso al punto de finalización: Avenida de Guaro. Entrada a Monda desde Guaro por la carretera A-7100.
Discurrimos por caminos agrícolas por donde suelen circular vehículos, así que tendremos que mostrar atención al tráfico rodado. Debemos respetar las explotaciones agrícolas y abstenernos de recolectar los frutos de las arboledas. Ante la escasez de fuentes, debéis llevar una provisión de agua. Ya que la etapa tiene un perfil rompe piernas, con constantes subidas y bajadas, y escasos tramos llanos, conviene usar los bastones telescópicos. Llevaros unos prismáticos para poder avistar el trasiego de aves en los distintos ambientes por donde discurre la etapa.
Coincidencia con otros senderos
Monda cuenta con una amplia red de senderos homologados, con tres etapas del GR 243 y otras tres de pequeños recorridos. Además, hay una amplia oferta de rutas para bicicleta de montaña. (Rutas BTT). Existe amplia señalización en el casco urbano.
Esta etapa coincide con el PR-A 279, Guaro-Chiribenítez, hasta mediación de etapa.
Partimos de Guaro por el camino de Sotornil o Arroyo Hondo, coincidiendo con la traza del PR-A-249 (Guaro-Chiribenitez), entre casas de labor, segundas viviendas y un mosaico de arboladas entre las que destacan los olivos, los almendros y los recien incorporados aguacates.
Desde un primer momento nos llamará poderosamente la atención el contraste de las lomas de cultivo, con algunas manchas verdes oscura de monte, en contraposición con la aridez de la blanquecina sierra de Tolox, la cual descuella tímidamente por el oeste. Una vez que hemos vadeado uno de los cursos cabeceros de Arroyo Seco, ganamos la suficiente altura como para vislumbrar un amplio territorio que abarca a la ya reseñada sierra de Tolox, donde se ubican las cumbres más elevadas del Parque Nacional, así como la de Canucha, igualmente de origen sedimentario. Destaca por su fragosidad la sierra Parda de Tolox, de coloración bermeja y ampliamente cubierta por un pinar de resineros. No cabe duda que estos pagos del camino nos ofrecen una síntesis de la riqueza geológica de la Reserva de la Biosfera Sierra de las Nieves y de la asociación de litologías y vegetación.
En los fondos de los valles observaremos algunas plataformas travertínicas, emanadas del flujo de agua sobre materiales carbonatados, que han conformado pequeñas plataformas detríticas a modo de bancales naturales, que los agricultores han usado para crear huertas de irrigación.
A mediación de camino, en el pago de la Erriza del Manchego, (km 3,2), la traza del GR-243 da un brusco giro al sur e inicia un largo ascenso por la Cuesta del Retamal, dando vistas al oeste al profundo valle que ha modelado Arroyo Seco. Acabamos por alcanzar el puerto del Chaparral, punto más elevado del recorrido, a 522 m. de altitud. Este mirador natural es ideal para reconocer una de las montañas más significativas del Parque Nacional Sierra de las Nieves: Sierra Real. Efectivamente, esta enorme mole rocosa de peridotitas ha sido incorporada al nuevo espacio protegido gracias a los grandes valores ambientales que atesora, entre ellas un buen número de endemismos botánicos serpentinícolas, entre los que se halla el pinsapo.
Cambiamos a la vertiente de Río Seco, que no debemos confundir con Arroyo Seco y descubrimos una perspectiva abierta al Valle del Guadalhorce y a las sierras Alpujata y de Mijas. En el centro de mosaico de lomas, montañas y vergeles se ubica Monda en una planicie, a los pies de su antiguo castillo de la Villeta, convertido en hotel rural. Descendemos de manera decidida hasta afluir a la carretera de Guaro, junto a las instalaciones deportivas y piscina municipal. Seguimos caminando a la derecha por el acerado y en breve espacio de tiempo accederemos al casco urbano de este bonito pueblo blanco.
Flora
El policultivo, como sistema productivo, es un importante resorte en un territorio marcado por las fluctuaciones del clima mediterráneo, con cíclicas sequías y plagas que han llegado a mermar las cosechas. El policultivo permitió hasta tiempos recientes la economía de subsistencia, basada en el autoconsumo y en la venta o trueque de los excedentes. Las zonas abancaladas e incultas que se pueden observar en diferentes tramos y las ruinas de un buen número de ranchos serranos son los vestigios de una forma de vida abocada a la desaparición y de la que somos meros testigos. La falta de mecanización, en parte debido a la difícil orografía, y los costes hacen inviable el desarrollo de una agricultura competitiva. Algunas explotaciones han apostado por la calidad y los procesos artesanales de producción.
En el conjunto montañoso de la Serranía de Ronda en general y en Sierra de las Nieves de manera particular, encontramos representación de lo más selecto de la flora mediterránea y un buen ramillete de plantas exclusivas entre los que destacan los curiosos endemismos serpentinícolas. La vegetación potencial va íntimamente ligada a los diferentes pisos bioclimáticos constatados: termomediterráneo (0-600 m), mesomediterráneo (600-1200 m), supramediterráneo (1000-1600 m) y oromediterráneo (1600-2000 m). Igualmente, las comunidades vegetales variarán en función de las distintas litologías. Este cúmulo de circunstancias refrendan la potencialidad botánica del territorio, considerado como Punto Caliente según el mapa de biodiversidad elaborado por la organización medioambiental norteamericana “Conservación Internacional”.
EL PINSAPO
La estrella de la foresta andaluza, el pinsapo, tiene su origen en el Plioceno, último periodo de la era Cenozoica, hace unos 5 millones de años. Se establece en nuestro territorio huyendo de la glaciación del Cuaternario que cubre el centro y norte de Europa. Se halla emparentado con otros abetos circunmediterráneos, con quienes comparte un origen común. El Abies pinsapo Boiss es un endemismo exclusivo de la Serranía de Ronda, ya que su pariente de la cordillera del Rif, el Abies marocana, es considerado por la comunidad científica como un taxón diferente a pesar de la contrastada apariencia de ambas especies. Fuera de su área natural de crecimiento, hallamos algunos rodales, fruto de repoblaciones, en el Parque Natural Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama (Málaga), en el Parque Natural Sierra de Huétor (Granada), en el Parque Nacional Sierra de Guadarrama (Segovia) y en la Sierra de Santa Cruz (Zaragoza). En la Península Ibérica crece igualmente el abeto blanco (Abies alba), circunscrito al área de Pirineos.
En el Parque Nacional Sierra de las Nieves se halla el 85% de las masas de pinsapar, ocupando una extensión aproximada de 3.500 ha repartidas, básicamente, entre los montes de Yunquera, Ronda, Parauta, Tolox y El Burgo. Nuestro abeto no tiene una preferencia edáfica especial, ya que lo vemos prosperar en calizas, peridotitas y suelos silíceos. Se desarrolla entre los 1.000-1.800 metros de altitud, normalmente en cañadas orientadas al norte y con pluviometría superior a los 1.000 mm. Soporta muy bien la sequía estival. Presenta la característica forma cónica de los abetos, aunque con la edad, debido a la pérdida de ramas y a las afecciones de los ácaros, tienden a engrosar o adoptar la figura de candelabro. Algunos ejemplares casi alcanzan los 30 metros de altura.
Con el fin de evitar la autofecundación, las flores masculinas se disponen en las ramas medias y bajas; en tanto, el cono femenino siempre ocupa la copa del árbol. Los piñones son pequeñitos y tienen una alita trasera que les ayuda a propagarse por el territorio. Cuando el hábitat es propicio crece de manera monoespecífica, aunque en otros ambientes es frecuente hallarlo en bosques mixtos de pinos y quercíneas e, incluso con el introducido Cedrus atlantica, serie vegetal que se produce en Marruecos con el abeto del Rif. Los llamados “pinsapos glaucos” presentan las acículas con una coloración azulada que los hace especialmente fotogénicos al distribuirse mezclados de manera muy dispersa con sus congéneres.
El pinsapo vive coligado a un singular séquito florístico representado por especies como la adelfilla (Daphne laureola var. latifolia), la alhucema (Lavandula lanata), la peonía (Paeonia broteroi y P. coriacea), el eléboro (Helleborus foetidus), la Rubia peregrina, la escasa Atropa baetica o el gavo (Ononis reuteri). En los pastizales del límite del pinsapar abunda el rosal silvestre (Rosa micrantha), el espino majoleto (Crataegus monogyna), la zarzamora (Rubus ulmifolius) y ejemplares aislados de endrino (Prunus spinosa).
LOS HONGOS
La variedad fúngica de Sierra de las Nieves deviene de las distintas formaciones vegetales presentes en el ámbito de la Reserva de la Biosfera. En bosques de quercíneas hallamos la carbonera (Russula cyanoxantha), la amanita panterina, el pie azul (Lepista nuda), la yema de huevo (Amanita caesarea), la chantarela (Cantharellus subpruinosus), el parasol (Macrolepiota procera) y los boletus aestivalis, edulis y aereus. En el pinar reina el famoso níscalo (Lactarius deliciosus) y el boleto baboso (Suillus bellinii). La seta más buscada y apreciada desde el punto de vista culinario es la de cardo (Pleurotus eryngii), la cual crece en zonas de pastizal.
En este ecosistema también prospera el champiñón (Agaricus campestris) y la barbuda (Coprinus comatus).
Es en el pinsapar donde hallamos las especies raras y em- blemáticas del Parque Nacional. Entre los más interesantes señalaremos la cagarria (Morchella esculenta y conica), muy codiciada por los micófagos. Menos conocidos son Geastrum triplex, Antrodia xantha, Aleuria aurantia, Pluteus pouzarianus, Otidea leporina, Entoloma byssisedum, Ramaria stricta o la escasa Caloscypha fulgens. El hongo Heterobasidion annosum, por su parte, es el causante de una importante mortandad de pinsapos al afectar a la raíz por podredumbre.
LAS ORQUÍDEAS
Estas plantas, entre las más bellas que podamos encontrar gracias a sus vivos colores y aspecto, pasan casi desapercibidas debido a su tamaño pequeño. Las más, para asegurarse la polinización, adoptan las curiosas formas de los insectos. En Sierra de las Nieves crecen desde las más escasas o difíciles de encontrar como Ophrys atlantica, orchis cazorlensis, Cephalantera rubra, Serapias parviflora o Anacamptis pyramidalis, hasta las más comunes, entre ellas Barlia robertiana y las Ophrys lutea, scolopax, speculum y tenthredinifera. Son habituales en el pinsapar Aceras anthropophorum, Himanthoglossum hircinum y Orchis olbiensis. En el castañar crece la preciosa Cephalantera longifolia, en tanto, en bosques frondosos de quercíneas afloran Epitactis tremolsii, Limodorum trabutianum, Orchis champagneuxii e italica, Androrchis langei, Neotinea maculata y conica, y Dactylorhiza insularis y elata, esta última en lugares húmedos o cercanos a fuentes.
ÁRBOLES NOTABLES
Sierra de las Nieves destaca por ser refugio de un buen número de árboles destacables por su antigüedad, tamaño, historia, rareza, etc. A continuación, exponemos una relación de los que se encuentran recogidos en el catálogo de Árboles y Arboledas Singulares de Andalucía.
- Majuelos de la Cueva del Agua
- Rebollos del cerro del Robledal
- Castaño Santo de Istán
- Encina de los Quinitos
- Algarrobo de las Cuevas del Moro
- Pinsapo de la Escalereta
- Pinsapo del Puntal de la Mesa (Falsa Escalereta) Pinsapo de la Perra
- Pinsapo de la Alcazaba
- Pinsapo Moreno
- Pinsapo Azul
- Pinsapo del Puerto del Pinsapo
- Pinsapo Candelabro.
Fauna
El Coto Nacional de Caza de la Serranía de Ronda se crea en el año 1948 con la idea de proteger y recuperar las poblaciones de cabra montés y corzo morisco. Durante su existencia ha ido cambiando de nombre según la administración gestora en cada momento. En 1972 pasó a deno¬minarse Reserva Nacional de Caza y, finalmente, en 2003, bajo la gestión de la Junta de Andalucía, se renombró como Reserva Andaluza de Caza de la Serranía de Ronda. Aledaño a este centro de recuperación e investigación se habilitó un cercado donde las cabras montesas y los corzos se recuperan de las distintas afecciones que padecen. Además de gestionar los cupos de caza, este organismo ejerce una importante labor protectora que ha llevado a estabilizar la población del corzo morisco en el ámbito geográfico de la Serranía de Ronda.
Como no puede ser de otra manera, los reptiles y anfibios más comunes igualmente moran en Sierra de las Nieves. Citaremos entre los más interesantes a la lagartija andaluza (Podarcis vaucheri), a los eslizones ibérico y tridáctilo (Chalcides bedriagai y striatus), a la culebra de herradura (Hemorrhois hippocrepis) y a la culebra lisa meridional (Coronella girondica). Por parte de los anfibios hay que subrayar a la salamandra penibética (Salamandra salamandra subsp. longirostris), un endemismo del conjunto de la 57 Serranía de Ronda, y al sapillo pintojo meridional (Discoglossus jeanneae), bien representado en el espacio.
Desde unos años acá se ha incrementado la población de nutria (Lutra lutra). Igual camino sigue el cangrejo ibérico (Austropotamobius pallipes), que se ha visto favorecido por las actuaciones llevadas a cabo para asegurar su supervivencia frente al introducido cangrejo rojo americano. El cacho (Squalius malacitanus), es una especie ictícola exclusiva de la Serranía de Ronda y Campo de Gibraltar, que habita en el río Guadaíza. En Río Verde y en el propio Guadaíza hallamos las únicas po- blaciones andaluzas de blenio (Salaria fluviatilis).
En las ribera y ambientes húmedos moran algunos odonatos sumamente interesantes como Macromia splendens y Gomphus graslinii, ambas restringidas a la Península Ibérica y sur de Francia, y Oxygastra curtisii, considerada en peligro de extinción. El grupo de lepidópteros es bastante amplio, pero cabe destacar la presencia de las mariposas Eublemma rietzi, Eumedonia eumedon, Euphydryas desfontainii, Pseudophilotes panoptes y Cupido lorquinii.
El emblema faunístico de Sierra de las Nieves es la cabra montesa (Capra pyrenaica hispanica) que, a pesar de la incidencia de la sarna, encuentra en estas sierras una de sus mejores poblaciones en Andalucía. Fue por ello que en el anagrama del Parque Natural figuran las imágenes del pinsapo y de la cabra. Menos conocido es el sigiloso y mimético corzo morisco (Capreolus capreolus), un pequeño cérvido que habita las espesuras del bosque. El jabalí (Sus scrofa) se ha extendido en los últimos años, creando serios problemas en los cultivos, pastizales y áreas boscosas. El gamo (Dama dama), el muflón (Ovis musimon) y el ciervo hallan restringida su presencia a fincas cinegéticas del Parque Natural. Remata la lista de mamíferos el meloncillo (Herpestes ichneumon), el tejón (Meles meles), la garduña (Martes foina), el zorro (Vulpes culpes), el gato montés (Felis silvestris) y la gineta (Genetta genetta), esta última introducida por las tribus norteafricanas en el siglo VIII.























































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