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Virgen de los Remedios

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Obras Artísticas

Obras Artísticas

La Diputación de Málaga, cuenta en su patrimonio con una gran colección de obras artísticas: pinturas, cartografía, esculturas y artes decorativas.
 

Pintura

Virgen de los Remedios

Datos generales

  • Autor: Anónimo
  • Fecha: Siglo XVIII
  • Materiales: Pintura al óleo sobre lienzo, marco dorado
  • Procedencia: Adquirido con el inmueble
  • Localización: Casa de los Colarte, Casa-Museo de Antequera.
  • Número de catálogo: 16

Descripción

Virgen de los RemediosLos cambios de gusto y la evolución de las modas han sido factores determinantes en la evolución de la iconografía religiosa. Si durante un tiempo la estatuaria de bulto redondo ejecutada en entalladura policromada se impuso a la imagen de vestir, no es menos cierto que, en etapas posteriores, la comitencia se mostró poco escrupulosa a la hora de revestir con telas costosas y abalorios postizos las labores escultóricas que habían hecho las delicias de sus antepasados, llegando a proferir lamentables mutilaciones a las tallas si ello obstaculizaba la colocación del vestido. En este sentido, documentos pictóricos como este que analizamos se erigen en interesantísimos testimonios históricos y antropológicos para conocer el aspecto que los hombres y mujeres de siglos anteriores dieron a una serie de esculturas, a las que una nueva sensibilidad ha devuelto en nuestro siglo su primitiva morfología. En el centro de un altar bajo dosel, adornado con jarrones de flores y rodeado de angelotes que descubren un cortinaje de terciopelo, se eleva, sobre un escabel troncocónico sustentado por ángeles y rematado en una media luna, la imagen de la Virgen de los Remedios, escultura de transición del Gótico al Renacimiento, fechada a comienzos del siglo XVI, y Patrona mariana de Antequera desde 1546. El pequeño lienzo de la Casa de los Colarte la representa tal y como aparecía a la contemplación popular durante los siglos XVII y XVIII. A saber, con los drapeados gotícistas y el resto de su talla y la del Niño envueltos por un riquísimo traje campaniforme recamado con motivos de almejilla distribuidos en bandas horizontales, rostrillo de pedrería en torno a la faz y ráfaga aureolando el contorno; circunstancias que provocaron una profunda restauración de su policromía y estofado, en 1816, a cargo del escultor local Miguel Márquez García.

Pese al «enmascaramiento» de la efigie, el pintor ha reflejado con acierto la comunicación existente entre los dos personajes y, en especial, el característico gesto del Niño de acercar una manzana dorada al rostro de su madre. Esa función de servir de conducto visual a la propagación devocional de una advocación concreta constituye, precisamente, el principal objetivo y la única intención de esta pieza pictórica, por lo demás de calidad artística bastante discreta, colorido demasiado vivo y torpe perspectiva.