Diputación Provincial de Málaga. Area de Cultura y Educación. Calle Ollerías, s/n. 29012 Málaga. España

Cabello / Carceller
t.i. (Todo Incluido, o maneras contemporáneas de viajar a la utopía)
Centro Cultural Provincial. Ollerías, s/n. Málaga.
Del 1 al 19 de marzo 2002
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Autorretrato como fin de fiesta
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Díptico. Fotografía color. 2001. 70x40 cm
“La corrosión causada por la humedad ambiental es el síntoma que más claramente se muestra en este tipo de patologías. Su descripción se hace difícil en este ensayo por afectar a individuos tipo poco habituales en los habitats estudiados”.
Oscar Ellis
"Manual para el tratamiento de los síntomas de enfermedades reconocidas por la IOTI", Scientific Research Press (Londres, 1999)
“Porque la carrerilla se ha acabado, y ya no hay dientes para morder ni tiempo para crecer y envejecer, y ahora ya podemos reírnos de todas las historias, y dejarlas columpiarse una detrás de la otra, despacio, muy despacio, hasta que toquen el suelo”.
Elena Stancanelli
"Gasolina", Reservoir Books (Barcelona, 1999)

Acerca de la humedad y de sus extraordinarios efectos secundarios (ficción número 3)
Somos personas de clima seco y los ambientes húmedos, en principio, no nos sientan bien. Ello explica fácilmente por qué dudamos tanto antes de aceptar una propuesta que implicaba un cambio tan radical. No es que aquel tipo nos pareciera extraño –en el fondo todos somos un poco raros–, más bien el problema residía en ese silencio prolongado entre carraspeos que ofrecía como respuesta a nuestra insistente pregunta. La cuestión, en realidad, no era tan complicada: sólo queríamos saber hasta qué punto podríamos encontrarnos con una excesiva humedad ambiental en aquel lugar. En el caso de que así fuera, no merecía la pena que iniciáramos el traslado. Todos conocemos ya los efectos secundarios que el exceso de humedad exterior puede llegar a producir en personas como nosotras y no estábamos en absoluto dispuestas a correr riesgo alguno; por ello se nos hacía tan necesario tener algunas referencias fiables. Por otro lado, el proyecto era francamente interesante y atractivo; de hecho, era de una singularidad extrema y quizá esa fuera la razón de que nuestra postura al final resultara un tanto naive y termináramos conformándonos con una contestación más bien dudosa. Lo cierto es que ni siquiera podíamos imaginarnos lo que nos esperaba al final de aquel viaje; describirlo con palabras resulta casi imposible y es que los resultados de esta insólita investigación apenas si pueden cuantificarse. Ni siquiera podemos afirmar o negar que la experiencia mereciera la pena.

El experimento surgió tras un largo proceso de deliberación. Su realización era aparentemente sencilla, aunque la interpretación hubiera de ser compleja y sólo se pudieran establecer los parámetros de medida al final del trayecto. Básicamente, la idea consistía en introducir dos aliens fuertemente compenetrados en un microcosmos sectario ya constituido y observarles utilizando un espectador distante de baja intervención. De esta manera, sería posible cuantificar los cambios que podían llegar a generarse en la convivencia, así como anotar en qué medida esa injerencia externa podía modificar el código legislativo de usos y costumbres vigente en la comunidad. El método ODBI (Observación Distante de Baja Intervención) de observación distante empleado habitualmente en la psicología clínica se perfilaba como el más adecuado para este caso. Evidentemente, la objetividad total en una investigación queda hoy ya absolutamente descartada; en el caso del método escogido a todos nos resulta obvio que un observador extraño siempre se interpone por activa o por pasiva e interactúa con el microcosmos estudiado y que su interpretación está mediatizada por la posición que ocupa en una sociedad diferente. A pesar de ello, fue la herramienta elegida por considerarla todos como la más idónea y la menos nociva en este caso. Por otro lado, a nosotras también nos pareció la más adecuada, ya que apenas notaríamos la presencia del espectador (estamos acostumbradas a esa observación distante y de ello resulta que ya no modifique sustancialmente nuestra conducta). En nuestro caso, la novedad la constituiría el nuevo microcosmos al que viajaríamos, no como turistas accidentales, sino como ciudadanas de reciente incorporación. Las nuevas variables que se añadirían a este experimento, o más bien que se tenía pensado incorporar a él, serían dos: la primera, ampliar el marco interpretativo mediante el uso de una metodología combinada científico-artística y la segunda, introducir dos aliens a la vez. En experimentos anteriores se inoculó a individuos aislados y estos fueron succionados paulatinamente por la comunidad hasta su desaparición. Apenas queda ya huella del momento en el que fueron introducidos, tan sólo unas fechas desperdigadas y alguna que otra ficha descriptiva. Sus allegados y familiares intentaron la recuperación, pero los individuos no respondían a los estímulos del pasado y persistían en actitudes empáticas con su nuevo habitat.

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Alguna parte. N. 1, 2000. Fotografía color. 122x180 cm
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Sin título (límites), 1998. Díptico, fotografia color. 30x40 cm
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Autorretrato como fuente. 2001. Fotografía color
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Sin título (utopía), 1998. Fotografía color
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Sin título (utopía), 1998. Fotografía color. 122x180 cm

Todos estos condicionantes convertían el experimento en una interesante vivencia no exenta de aventura. Si a ello le añadíamos el pequeño detalle de estar magníficamente remunerado (algo difícil de conseguir en el mundo de las artes visuales) y de que en estos momentos de nuestras vidas nos apetecía dar un giro de 180 grados, parecería que el sí era definitivo e irrevocable. Pero a la seducción que este viaje iniciático nos ofrecía se oponía la duda razonable. ¿Estaríamos siendo engañadas de nuevo en la descripción de los condicionantes externos y nos dirigiríamos a un abismo de difícil salida? La duda es una constante en nuestras vidas. Las dudas, como el miedo o el vértigo, ayudan a encaminar cada actuación, pero también pueden dificultar la toma de decisiones, así que, sin más preámbulo, decidimos aceptar la oferta y emprender el viaje.

Nunca sabremos si fue un error.

La humedad externa era asfixiante en la zona; no para individuos al uso, pero sí para elementos ya cargados de humedad interna. La sobrecarga de humedad nunca ha sido recomendada por las autoridades sanitarias y aunque no se han ofrecido explicaciones plausibles al respecto, tan sólo advertencias con ciertos tintes alarmistas, todos y todas asumíamos la existencia de un peligro. Y fue ese factor, el exceso de humedad, el que alteró todo el experimento y transformó para siempre nuestras vidas. Al principio apenas lo notamos y nos incorporamos a nuestro nuevo espacio sin grandes brusquedades: simplemente un día aparecimos allí y a nadie pareció importarle demasiado. Ello no nos extrañó, normalmente hace falta que pase un poco de tiempo para que la comunidad sea consciente de que existes y se plantee hasta qué punto puedes formar parte de ella y en qué condiciones te corresponde a ti habitarla. En estos casos conviene tener en consideración que el sentimiento de propiedad espacial se halla muy extendido entre los humanos y que el mero hecho de coincidir con otras personas en un lugar concreto no quiere decir que estés conviviendo con ellas realmente. Es por esta y otras razones por lo que la espera suele ser el primer eslabón en la cadena de acciones que conducen a la integración social. Y nosotras esperamos y observamos. Pensábamos entonces que la observación se vería interrumpida por la interacción con los demás, pero esa interacción nunca se dio, no al menos de la manera imaginada... Los demás desaparecieron de nuestro universo, incluido el observador distante. No hubo integración en la comunidad porque no hubo ningún deseo de formar parte de comunidad alguna. La humedad lo desdibujó todo. El líquido surgía por todas partes, de dentro a fuera y de fuera a dentro, y ese mismo líquido se convirtió en nuestro elemento y creó un nuevo paisaje y ya no quisimos salir de él nunca más. Voluntariamente, sin dolor y sin presiones, decidimos dejarnos succionar por el tacto informe de lo líquido, por el sabor ácido de la mezcla, por la visión translúcida a través del velo del aislamiento, por el olor viscoso y el sonido martilleante de lo húmedo.

Cabello / Carceller

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