Centro Cultural Provincial. Del 17 de noviembre de 2000 al 5 de enero de 2001

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RETROSPECTIVA Esta exposición retrospectiva es la primera revisión exhaustiva que se realiza sobre la obra, dilatada a pesar de su juventud, de Alberto García-Alix. Alrededor de cien mil negativos, correspondientes a más de veinte años de trabajo, han sido examinados por los comisarios Mireia Sentís y José Luis Gallero, para seleccionar las 150 imágenes que componen la muestra, una gran parte de las cuales son inéditas. Aunque en la producción de García-Alix destaca poderosamente el retrato de sus amigos, músicos, pintores, actores, escritores, tatuadores, motoristas, noctámbulos, bohemios, personajes proscritos, gente de la calle, todos los géneros están representados en su archivo, incluida la fotografía profesional de moda donde la sobriedad de su estilo se hace visible hasta el punto de confundirse con sus secuencias más personales. Cronista de su tiempo, el trabajo de este fotógrafo español discurre en paralelo a sus experiencias vitales, por lo que el conjunto de su obra constituye un paseo por la historia compartida de toda una generación. Dentro de este recorrido cabe distinguir tres etapas fundamentales, coincidentes, a grandes rasgos con las tres últimas décadas: el periodo inicial (1975-1982), que ya anticipaba las claves poéticas del resto de su creación; los años ochenta, donde la combinación entre dureza y ternura (propia de la sensibilidad de Alberto García-Alix) alcanza una primera madurez; y los años noventa en cuyo curso puede apreciarse la evolución de su mirada hacia un enfoque cada vez más desnudo, directo y esencial.

Autorretrato. Los malheridos. 1988

Camarón. 1991

El puesto de trabajo de un español. 1977

Alberto García-Alix La fotografía para Alberto García-Alix es un diario personal donde va anotando en imágenes sus experiencias. Una catalogación de un universo personal; sus amigos y sus compañeros de viaje, los escenarios que frecuentan o las casas donde viven, las calles, las noches, las motos, las novias, las huellas de las peleas o los tatuajes. Un glosario deliberadamente narcisista pero preñado de poesía urbana. Nacido en León en 1956, su relación con la fotografía comienza en 1976, utilizando la cámara como un instrumento para perpetuar las emociones o simplemente las situaciones. La coherencia de su trabajo así como sus incursiones en el ámbito profesional y editorial hacen de Alberto García-Alix uno de los fotógrafos españoles más activos. Sus retratos se caracterizan por el exquisito respeto a sus personajes, resolviendo las composiciones con sobriedad y un refinado gusto clásico exento de manipulaciones gratuitas. Los objetos, vistos a través de su cámara se enriquecen de pasado y de evocaciones; describen por elipsis a sus dueños y se convierten en homenaje póstumo a los que se quedaron en el camino. Son elementos fundamentales en la minuciosa y apasionada descripción que Gacía-Alix hace de su mundo. Los escenarios completan el mosaico. Cada rincón de una calle o de una habitación, cada paisaje, es el testigo mudo de una historia, de una aventura. La vida para Alberto García-Alix es una epopeya permanente que a menudo frecuenta los abismos y la violencia pero que, a través de su fotografía, deja entrever una profunda ternura.

Alejandro Castellote

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