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CINECLUB DEL 27. PROYECCIÓN DE MUCHACHAS DE UNIFORME

Diputación de Málaga

CINECLUB DEL 27. PROYECCIÓN DE MUCHACHAS DE UNIFORME

CINECLUB DEL 27. PROYECCIÓN DE MUCHACHAS DE UNIFORME (Mädchen in uniform, L. Sagan, 1931)

 Martes, 15 de junio. 19 h.
Centro Cultural María Victoria Atencia. Calle Ollerías, 34.
Entrada gratuita con arreglo a las restricciones derivadas de las medidas contra el Covid-19

Leontine Sagan ocupa un lugar singular en la historia del cine. Nacida como Leontine Schlesinger en una familia judía de clase media en Viena (o Budapest según otras fuentes) cuando era capital del Imperio Austrohúngaro se trasladó a Suráfrica a los diez años estudiando en una escuela alemana de Johanesburgo. De nuevo en Europa tras la Primera Guerra Mundial, se familiarizó con las técnicas del arte dramático junto al reputado Max Reinhardt, absorbiendo el estilo de sus imaginativas escenografías que luego aplicaría en sus propios montajes.
Trabajó en el cine y el teatro como directora, directora de segunda unidad, montadora, ayudante de dirección y actriz, aunque sólo firmaría tres cintas en quince años. Sus primeras  apariciones en pantalla, fueron con una joven Leni Riefenstahl en tres cintas del, entonces popular, género de montaña, entre ellas La montaña sagrada (1926), debut como directora de la futura autora de los grandes documentales de los años nazis.
La  primera película de su breve filmografía, y la más recordada, es Muchachas de uniforme. Esta película apareció al año siguiente del primer film sonoro alemán (El ángel azul de J. von Sternberg) y el mismo año que otros títulos capitales como M, el vampiro de Dusseldorf o Berlin Alexanderplatz.
Al año siguiente partió al extranjero antes de la llegada del nazismo, siendo directora, guionista y montadora del drama Men of tomorrow (codirigida con Alexander Korda) en Inglaterra en 1932 y fue la primera mujer en producir funciones en el Teatro Drury Lane, donde levantó una serie de exitosos musicales con Ivor Novello que salvaron del cierre al prestigioso local. En Hollywood dirigió la segunda unidad en el David Copperfield de George Cukor (1935) y comedias en Broadway en la segunda mitad de los 30. De nuevo en Inglaterra tras la Guerra Mundial se hizo cargo del “biopic” musical Gaiety George, ambientada en el cambio de siglo.
Y ahí se terminó Leontine Sagan como directora de cine, justo cuando algunas otras mujeres empezaban a asumir esa responsabilidad por todo el mundo. En sus últimos años, vivió en la Suráfica de su infancia casada con el Dr. Victor Fleisher, escritor y  editor. Allí fundó el Teatro Nacional de Johanesburgo. Falleció en Pretoria en 1974.
Con un reparto enteramente femenino, Muchachas de uniforme fue un estreno  controvertido pero muy rentable. Situada en Postdam, en 1910, en un internado femenino de rígido régimen, la historia nos presenta a una adolescente recién llegada y su creciente fascinación por una de sus profesoras. A final de los años 50 se hizo una nueva versión, con Romy Schneider y Lily Palmer, muy vista en su momento, pero absolutamente descafeinada con respecto al original y su sutil sinceridad. En España, este remake recibió el escabroso título de Corrupción en el internado.
Producida en régimen de cooperativa (“crowfounding” del momento, otro de los aspectos en los que es pionera, a través de la empresa Deutsche Film- Gemeinschaft, creada para la ocasión y disuelta tras el rodaje) la película contó con un presupuesto de 55 000 marcos, recaudando seis millones en los dos años siguientes. Está basada en Gestern und heute (Ayer y hoy), una obra de teatro de Christa Winsloe estrenada pocos años antes. Tan innovador como el reparto exclusivamente femenino, fue que dos mujeres compartieran las responsabilidades de dirección y guión, auxiliadas por la joven novelista Erika Mann, quien también hace un pequeño papel. Muchachas de uniforme  fue un destacado éxito en el recién nacido Cine Sonoro Alemán.
Donde se nota especialmente la mano de Sagan, en su primer acercamiento al cine, es en la dirección de las actrices. La exigente composición visual es decisiva en la calidad e impacto de esta película. En lugar de fuertes efectos subrayados, característicos del cine es la sutil exposición de los sentimientos de las jóvenes, cautelosos e individuales, lo que aparecen en primer plano.
Su reconocimiento inmediato fue muy notable, motivando varias imitaciones y obteniendo muy pronto el status de “película de culto”, mucho antes de la aparición de ese término, a lo que contribuyó no poco la dificultad para verla durante décadas. Tuvo gran respuesta popular en Estados Unidos, Rumanía y Japón, pero también fue uno de los filmes del año en Francia, Gran Bretaña y México. Obtuvo el Premio del Público en la primera edición de la Mostra de Venecia en 1932. En Japón recibió el premio Kinema Junpo a la Mejor Película Extranjera dos años después.
Considerada como la primera película abiertamente lésbica de la historia, su influjo llegó hasta Hollywood. Tras verla, el productor Irving Thalberg de la MGM moderó sus remilgos a un beso entre mujeres en La reina Cristina de Suecia con Greta Garbo. Eso ocurrió ya en 1935, pese a la reciente entrada en vigor del Código Hays de censura el año anterior. Por lo que a esto se refiere, la película sufrió importantes cortes en aquellos países en los que no fue directamente prohibida. Las injerencias en la distribución de la cinta llegan al punto de que la versión estrenada en los Estados Unidos finaliza de un modo radicalmente distinto a la exhibida en Europa.
Curiosamente, en la Alemania de los años siguientes con el nazismo ya en el poder, las objeciones que se le hicieron no vinieron a priori de la historia de amor entre mujeres que nos muestra, sino de su denuncia de la extrema severidad del internado donde transcurre la acción, el modo crítico en que presenta la disciplina allí imperante y la cuestionable pedagogía cuartelera. Después de eliminar algunas escenas para su exhibición en Alemania fue finalmente prohibida como “decadente” autorizándose, sin embargo, para sus proyecciones en el extranjero vista su notable rentabilidad. El hecho de que varios de los miembros del equipo fueran judíos tampoco parece ajeno a esta prohibición. En 1948, acabada la Guerra, se reestrenó en una copia muy mutilada. Tras pases semiclandestinos en asociaciones alternativas y centros de mujeres, se emitió en la televisión pública alemana en 1977 siendo recibida con sorpresa y gran interés. En Estados Unidos se editó en video con subtítulos en 1994 y en 2000 en Gran Bretaña en copia restaurada por el British Film Institute. Ésta es más larga que la que se distribuyó después de la guerra aunque, sin duda, le siguen faltando partes importantes del argumento.
Incluida en todas las antologías de filmes con temática no binaria, Muchachas de uniforme es un clásico del cine por sus méritos objetivos cinematográficos. Pero éstos se ven reforzados por varios motivos: una sinceridad expositiva que la hace pionera ante un tema tabú hasta entonces (y aún mucho después); su valentía al mostrar críticamente el esquema inflexible de una educación autoritaria y emocionalmente represora en un momento especialmente delicado de la historia alemana y su carácter innovador en la producción en la que el equipo participó percibiendo un arriesgado porcentaje de los beneficios en lugar de salario.


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19:00h
Entrada gratuita con las restricciones derivadas del Covid 19.
Centro Cultural MVA.
Calle Ollerias 34, 29012, Málaga
Actividad Generación del 27
6/15/20216/15/2021Europe/MadridCINECLUB DEL 27. PROYECCIÓN DE MUCHACHAS DE UNIFORMEDiputación de Málaga

CINECLUB DEL 27. PROYECCIÓN DE MUCHACHAS DE UNIFORME (Mädchen in uniform, L. Sagan, 1931)

 Martes, 15 de junio. 19 h.
Centro Cultural María Victoria Atencia. Calle Ollerías, 34.
Entrada gratuita con arreglo a las restricciones derivadas de las medidas contra el Covid-19

Leontine Sagan ocupa un lugar singular en la historia del cine. Nacida como Leontine Schlesinger en una familia judía de clase media en Viena (o Budapest según otras fuentes) cuando era capital del Imperio Austrohúngaro se trasladó a Suráfrica a los diez años estudiando en una escuela alemana de Johanesburgo. De nuevo en Europa tras la Primera Guerra Mundial, se familiarizó con las técnicas del arte dramático junto al reputado Max Reinhardt, absorbiendo el estilo de sus imaginativas escenografías que luego aplicaría en sus propios montajes.
Trabajó en el cine y el teatro como directora, directora de segunda unidad, montadora, ayudante de dirección y actriz, aunque sólo firmaría tres cintas en quince años. Sus primeras  apariciones en pantalla, fueron con una joven Leni Riefenstahl en tres cintas del, entonces popular, género de montaña, entre ellas La montaña sagrada (1926), debut como directora de la futura autora de los grandes documentales de los años nazis.
La  primera película de su breve filmografía, y la más recordada, es Muchachas de uniforme. Esta película apareció al año siguiente del primer film sonoro alemán (El ángel azul de J. von Sternberg) y el mismo año que otros títulos capitales como M, el vampiro de Dusseldorf o Berlin Alexanderplatz.
Al año siguiente partió al extranjero antes de la llegada del nazismo, siendo directora, guionista y montadora del drama Men of tomorrow (codirigida con Alexander Korda) en Inglaterra en 1932 y fue la primera mujer en producir funciones en el Teatro Drury Lane, donde levantó una serie de exitosos musicales con Ivor Novello que salvaron del cierre al prestigioso local. En Hollywood dirigió la segunda unidad en el David Copperfield de George Cukor (1935) y comedias en Broadway en la segunda mitad de los 30. De nuevo en Inglaterra tras la Guerra Mundial se hizo cargo del “biopic” musical Gaiety George, ambientada en el cambio de siglo.
Y ahí se terminó Leontine Sagan como directora de cine, justo cuando algunas otras mujeres empezaban a asumir esa responsabilidad por todo el mundo. En sus últimos años, vivió en la Suráfica de su infancia casada con el Dr. Victor Fleisher, escritor y  editor. Allí fundó el Teatro Nacional de Johanesburgo. Falleció en Pretoria en 1974.
Con un reparto enteramente femenino, Muchachas de uniforme fue un estreno  controvertido pero muy rentable. Situada en Postdam, en 1910, en un internado femenino de rígido régimen, la historia nos presenta a una adolescente recién llegada y su creciente fascinación por una de sus profesoras. A final de los años 50 se hizo una nueva versión, con Romy Schneider y Lily Palmer, muy vista en su momento, pero absolutamente descafeinada con respecto al original y su sutil sinceridad. En España, este remake recibió el escabroso título de Corrupción en el internado.
Producida en régimen de cooperativa (“crowfounding” del momento, otro de los aspectos en los que es pionera, a través de la empresa Deutsche Film- Gemeinschaft, creada para la ocasión y disuelta tras el rodaje) la película contó con un presupuesto de 55 000 marcos, recaudando seis millones en los dos años siguientes. Está basada en Gestern und heute (Ayer y hoy), una obra de teatro de Christa Winsloe estrenada pocos años antes. Tan innovador como el reparto exclusivamente femenino, fue que dos mujeres compartieran las responsabilidades de dirección y guión, auxiliadas por la joven novelista Erika Mann, quien también hace un pequeño papel. Muchachas de uniforme  fue un destacado éxito en el recién nacido Cine Sonoro Alemán.
Donde se nota especialmente la mano de Sagan, en su primer acercamiento al cine, es en la dirección de las actrices. La exigente composición visual es decisiva en la calidad e impacto de esta película. En lugar de fuertes efectos subrayados, característicos del cine es la sutil exposición de los sentimientos de las jóvenes, cautelosos e individuales, lo que aparecen en primer plano.
Su reconocimiento inmediato fue muy notable, motivando varias imitaciones y obteniendo muy pronto el status de “película de culto”, mucho antes de la aparición de ese término, a lo que contribuyó no poco la dificultad para verla durante décadas. Tuvo gran respuesta popular en Estados Unidos, Rumanía y Japón, pero también fue uno de los filmes del año en Francia, Gran Bretaña y México. Obtuvo el Premio del Público en la primera edición de la Mostra de Venecia en 1932. En Japón recibió el premio Kinema Junpo a la Mejor Película Extranjera dos años después.
Considerada como la primera película abiertamente lésbica de la historia, su influjo llegó hasta Hollywood. Tras verla, el productor Irving Thalberg de la MGM moderó sus remilgos a un beso entre mujeres en La reina Cristina de Suecia con Greta Garbo. Eso ocurrió ya en 1935, pese a la reciente entrada en vigor del Código Hays de censura el año anterior. Por lo que a esto se refiere, la película sufrió importantes cortes en aquellos países en los que no fue directamente prohibida. Las injerencias en la distribución de la cinta llegan al punto de que la versión estrenada en los Estados Unidos finaliza de un modo radicalmente distinto a la exhibida en Europa.
Curiosamente, en la Alemania de los años siguientes con el nazismo ya en el poder, las objeciones que se le hicieron no vinieron a priori de la historia de amor entre mujeres que nos muestra, sino de su denuncia de la extrema severidad del internado donde transcurre la acción, el modo crítico en que presenta la disciplina allí imperante y la cuestionable pedagogía cuartelera. Después de eliminar algunas escenas para su exhibición en Alemania fue finalmente prohibida como “decadente” autorizándose, sin embargo, para sus proyecciones en el extranjero vista su notable rentabilidad. El hecho de que varios de los miembros del equipo fueran judíos tampoco parece ajeno a esta prohibición. En 1948, acabada la Guerra, se reestrenó en una copia muy mutilada. Tras pases semiclandestinos en asociaciones alternativas y centros de mujeres, se emitió en la televisión pública alemana en 1977 siendo recibida con sorpresa y gran interés. En Estados Unidos se editó en video con subtítulos en 1994 y en 2000 en Gran Bretaña en copia restaurada por el British Film Institute. Ésta es más larga que la que se distribuyó después de la guerra aunque, sin duda, le siguen faltando partes importantes del argumento.
Incluida en todas las antologías de filmes con temática no binaria, Muchachas de uniforme es un clásico del cine por sus méritos objetivos cinematográficos. Pero éstos se ven reforzados por varios motivos: una sinceridad expositiva que la hace pionera ante un tema tabú hasta entonces (y aún mucho después); su valentía al mostrar críticamente el esquema inflexible de una educación autoritaria y emocionalmente represora en un momento especialmente delicado de la historia alemana y su carácter innovador en la producción en la que el equipo participó percibiendo un arriesgado porcentaje de los beneficios en lugar de salario.


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