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Antigua Imprenta Sur

Diputación de Málaga

Antigua Imprenta Sur

La imprenta Sur, en la que los malagueños Emilio Prados y Manuel Altolaguirre editaron la mítica revista Litoral y los primeros libros de la mayoría de los jóvenes poetas de la que luego sería conocida como Generación del 27, es propiedad del Centro Cultural Generación del 27 desde 2000 y cinco años más tarde se instaló en el Centro Cultural Provincial.

En la actualidad, en la imprenta se publican varias colecciones poéticas compuestas a mano e impresas artesanalmente. 

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El 29 de junio de 2005, «fecha del centenario del poeta», según se lee en el colofón, se publicaba en la Antigua Imprenta Sur un librito, en «edición no venal [...], compuesta a mano en caracteres Elzevirianos», que recoge textos Sobre la poesía de Manuel Altolaguirre, seleccionados por José Antonio Mesa Toré.

Imprenta SurNo figura nombre de colección pero, indudablemente, es el germen de una; algo de eso se anuncia en la breve introducción, «Una imprenta con historia», firmada por el entonces diputado de cultura, Fernando Centeno. La historia de la imprenta Sur va unida no ya a la historia de la impresión de poesía en Málaga sino a la historia de la poesía española del siglo XX. Fundada por Emilio Prados en 1925 (la aprobación municipal de apertura es de 29 de octubre)¹, fue lugar clave para las primeras publicaciones de buena parte de los jóvenes poetas que habrían de constituir la generación del 27. En cuanto a las publicaciones poéticas que de ella salieron, no hay una continuidad a lo largo del siglo XX. En este caso, no fue la guerra civil la que produjo una traumática interrupción en su actividad de cuidadísimas y selectas ediciones. De hecho, la imprenta Sur tiene dos momentos de especial brillantez en este campo, el primero en la segunda mitad de los años veinte, el segundo se inicia, ya en la posguerra, en 1941 y llega hasta bien entrada la década de los noventa.

Un pasado brillante: Los felices años veinte

Naturalmente, el prestigio de la imprenta Sur se cimenta en los escasos cuatro años (entre el otoño de 1925 y, aproximadamente, junio de 1929) en que Emilio Prados y Manuel Altolaguirre llevan a cabo una excelente labor no sólo por el estilo que imprimen a los libros allí editados sino también por el acierto en la selección de los jóvenes autores a los que publican. En tan corto tiempo, el tándem Prados-Altolaguirre logró escribir, con las dos máquinas Monopol tipo Minerva que en la imprenta había, una singular página en la historia de la edición española de poesía, con unos medios, además, relativamente modestos. Así recordaba Altolaguirre aquel espacio situado, primero y por escaso tiempo, en la calle Tomás Heredia, nº 24, y luego en la cercana calle de San Lorenzo, nº 12:

Imprenta Sur...Nuestra imprenta tenía forma de barco, con sus barandas, salvavidas, faroles, vigas de azul y blanco, cartas marítimas, cajas de galletas y vino para los naufragios. Era una imprenta llena de aprendices, uno manco, aprendices como grumetes, que llenaban de alegría el pequeño taller, que tenía flores, cuadros de Picasso, música de don Manuel de Falla, libros de Juan Ramón Jiménez en los estantes. Imprenta alegre como un circo […]. Entre otras cosas, teníamos en un rincón una escafandra de buzo y en la vitrina una mano de madera articulada, de las que sirven para agrandar los guantes. Son recuerdos prosaicos. Pero la imprenta era un verdadero rincón de poesía. Con muy pocas máquinas, con muchos sillones, con más conversación que trabajo, casi siempre desinteresado, artístico, porque Emilio era y es el hombre más generoso del mundo².

Esta primera etapa de Sur es breve y está marcada por todo lo relacionado con los nueve números de la revista Litoral (noviembre de 1926-junio de 1929): siete entregas, puesto que el dedicado a Góngora es triple. Como es sabido, en los dos últimos números (mayo y junio de 1929) se une a la dirección de la revista José María Hinojosa.

Con colaboraciones literarias, plásticas y musicales de, entre otros, Federico García Lorca, José Bergamín, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Rafael Alberti, Benjamín Jarnés, Luis Cernuda, José Moreno Villa, Ramón Gómez de la Serna, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Ernesto Giménez Caballero, Adriano del Valle, Rogelio Buendía, Pedro Garfias, Juan Larrea, Manuel Ángeles Ortiz, José María Uzelai, Benjamín Palencia, Joaquín Peinado, Juan Gris, Francisco Bores, Salvador Dalí, Manuel Hugué, Pablo Picasso, Gregorio Prieto, Manuel de Falla o Gustavo Durán, además de los propios Prados, Altolaguirre e Hinojosa, la revista se convierte en uno de los medios fundamentales en la difusión de la nueva literatura. Junto a ella, la colección de libros impresos en Sur viene a reforzar ese carácter de bastión de una nueva generación de escritores. Los primeros libros que salen de Sur son de 1926 y anteriores a Litoral: Tiempo de Emilio Prados (el colofón es de 31 de diciembre de 1925, año que también figura como pie de imprenta; sin embargo, todos los investigadores coinciden en que el libro no salió antes del mes de enero siguiente) y Adán y Eva de Edgar Neville; luego vendrían, entre 1926 y 1929, los apreciadísimos once suplementos de Litoral (libros, en algunos casos iniciales, de García Lorca, Alberti, Bergamín, Cernuda, Prados, Aleixandre, Hinojosa, Josefina de la Torre, Altolaguirre, Fernando Villalón y Moreno Villa); además, al margen de estos suplementos, y fuera de colección, de allí salieron otros títulos de Prados, Altolaguirre, Hinojosa, Moreno Villa, José María Souvirón, César M. Arconada, Villalón, Muñoz Rojas o Pedro Pérez Clotet.

A pie de imprenta, junto a Prados y Altolaguirre, una figura fundamental en la historia de Sur fue el jovencísimo maquinista y luego maestro impresor, José Andrade Martín. La sorprendente actividad de esos cuatro años, decae con la desaparición de la revista Litoral; de hecho, la publicación de los tres cuadernos de Poesía que hace Altolaguirre en Málaga en 1930, salen ya de la imprentilla que el autor de Las islas invitadas se había comprado y, al parecer, tenía instalada en su propio cuarto. Algunos libros impresos en Sur y fechados a principios de los treinta (como dos del poeta jerezano Juan Miguel Pomar³ en 1930 y 1932) no están ya bajo el control de Prados Altolaguirre o Hinojosa. La imprenta, que en 1933 cambia nuevamente su sede y se instala en la Alameda Principal, sigue con trabajos de impresión de tipo comercial y, en menor medida, con la edición de libros de divulgación de diversas materias ajenas a lo poético.

Imprenta SurComo dije más arriba, el segundo momento de brillantez de Sur, en cuanto a edición de poesía, lo encontramos ya en la posguerra. Antes, entre 1936 y 1937, se produjeron dos hechos que reflejan muy bien hasta qué punto la historia de Sur va ligada a la historia de la España de aquellos días. En el 36, en plena guerra civil, una de las máquinas Monopol Minerva (al parecer en la que se imprimieron buena parte de las ediciones históricas), junto con algún material más (cajas de letras, comodines), tuvo como «destino» «el frente granadino de Vélez de Benaudalla, a fin de tirar la propaganda republicana»4. La máquina terminaría por perderse.

Por otra parte, cuando el 8 de febrero de 1937, el ejército sublevado entra en Málaga, la imprenta pasa a depender de las fuerzas de ocupación, así, José María Amado, que más adelante (1938) estuvo al frente de la Jefatura Provincial de Prensa y Propaganda de la Falange, pasó a hacerse cargo de la antigua Sur, a la que ahora se dio el nombre de Dardo, el mismo que tuvo la revista de orientación falangista que, entre 1937 y 1939, sacó diecisiete números dirigidos por el propio Amado.

El nombre Sur pasó a denominar al nuevo periódico del movimiento que se instaló, en principio, en el mismo local que primitivamente había tenido la imprenta: calle Tomás Heredia.

La recuperación en Dardo (antes Sur) de las ediciones poéticas en la posguerra

Fue en 1941 cuando una nueva colección de poesía salió de las máquinas de Dardo (antes Sur), se trató de la colección Meridiano, fundada por Santiago Arbós y Enrique Llovet. En total, salieron ocho números; de ellos, cuatro en la década de los cuarenta (libros de Santiago Souvirón, Muñoz Rojas, Enrique Llovet y Pérez Clotet), el resto, ya al cuidado de Bernabé Fernández- Canivell, salieron entre 1957 y 1961 (Rafael León, Eduardo Carranza, Concha Lagos —éste al cuidado de Vicente Núñez— y Miguel Pizarro).

Imprenta SurLa figura de Bernabé Fernández-Canivell fue fundamental en la historia de la antigua imprenta y de la edición malagueña de poesía en la década de los cincuenta. En realidad, no fundó durante esa época ninguna colección, pero se hizo cargo del cuidado tipográfico de varias iniciadas por otros, es el caso de El Arroyo de los Ángeles, fundada en 1950 por Alfonso Canales y José Salas y Guirior (ocho títulos entre 1950 y 1955: Canales, J. Mª Souvirón, Aleixande, Prados, Salas, Altolaguirre, Dámaso Alonso).

El mismo año 1950, una nueva colección sale de las prensas de la antigua Sur: José Antonio Muñoz Rojas y Alfonso Canales fundan A quien conmigo va; ese mismo año sacan cuatro libros (Ovando Santarén, Canales, Wordsworth y Pedro Espinosa); las siguientes entregas (hasta un total de catorce), ya bajo el cuidado de Fernández-Canivell, se fechan entre 1953 y 1957 (Ungaretti, J. Mª Souvirón, Adriano del Valle, Vicente Núñez, José Luis Cano, R. Álvarez Ortega, Guillén, F. Quiñones, García Baena y los Poemas para un cuerpo de Cernuda).

Una de las grandes empresas editoriales que sale de Dardo es la revista Caracola, fundada en 1952 por José Luis Estrada Segalerva y dirigida por él, aunque el cuidado de edición y, en cierto modo, una codirección no explícita correspondió a Bernabé Fernández-Canivell entre el primer número y el 106 (1961); durante esta época, que se da en llamar «primera etapa de Caracola », Fernández-Canivell se rodea de un grupo de jóvenes poetas que, también de forma no explícita, funcionan a la manera de un consejo de redacción (Alfonso Canales, Vicente Núñez, Rafael León, María Victoria Atencia y Enrique Molina Campos). A partir de entonces y hasta el número 278 (1976), siempre bajo la dirección de Estrada Segalerva y con impresión en Dardo, el cuidado estuvo a cargo del poeta José Sánchez Ruiz. A la edición de la revista se unió una colección de libros en la que sólo aparecieron dos títulos en 1954 (J. Mª Souvirón) y 1956 (A. Canales).

Imprenta SurMás adelante, ya en la década de los setenta, Fernández-Canivell edita la extraordinaria Caballo griego para la poesía, de la que salieron tres números entre 1976 y 1977. La revista estuvo cuidada por el propio Bernabé y por Rafael León que, desde los tiempos de Caracola había sido un estrecho colaborador suyo; fruto de esa misma colaboración es la breve colección Villa Jaraba (1979-1980). Rafael León ya había editado con anterioridad algunas cuidadísimas colecciones como Cuadernos de Poesía (1955-1961) y Europa (1964-1969); luego vendrían otras como Nuevos Cuadernos de Poesía (1978-1982), Juan Yepes (1982-1985), Papeles del alabrén (1985-1987) o Las entregas de Elena (1987-1988).
Otro de los nombres ligados a la antigua imprenta es el de Ángel Caffarena, sobrino en segundo grado de Emilio Prados. Caffarena, fundador de las Publicaciones de la Librería Anticuaria El Guadalhorce, inicia sus ediciones en 1960. La labor de Ángel Caffarena es ingente: entre 1960 y 1997, en, al menos, diecisiete colecciones distintas, publicó cerca de seiscientos libros.

No todas la colecciones se imprimieron en Dardo; Ángel trabajó con varias imprentas (Montes, La Española, Mahave —donde se imprimió la célebre primera traducción de Cavafis— o Gráficas San Andrés), pero buena parte de sus colecciones poéticas sí salieron de las antiguas prensas de Sur: Cuadernos de María Cristina, de María José, Almoraduj, Cuadernos del Sur, de María Isabel, Nuevos Cuadernos de María Cristina, Cuadernos de David, de Raquel, de María Eugenia o Ángel/Poesía). Caffarena editó en Dardo textos de los históricos malagueños de la imprenta de la calle de San Lorenzo: Prados, Altoguirre, Hinojosa, Moreno Villa, Muñoz Rojas; publicó además inéditos de otros poetas del 27 como Guillén, Aleixandre o Gerardo Diego, así como autores de diversas generaciones de posguerra (Giner de los Ríos, Carmen Conde, Elena Martín Vivaldi, Cela, Leopoldo de Luis, Ricardo Molina, García Baena, Carlos Bousoño, Julio Mariscal o Juan Valencia); por otra parte, algunos de los nombres más notables de la generación española de los setenta publicaron con Caffarena algún cuadernillo (Gimferrer, Carnero, Barnatán, Leopoldo María Panero, Siles, Talens, Lostalé, Rossetti), y, desde luego, casi todos los poetas malagueños de distintas promociones tienen algún título publicado en Dardo (antes Sur) a través de El Guadalhorce.

Imprenta SurEsta riquísima tradición impresora en Sur fue seguida, ya en los ochenta y noventa, en revistas y colecciones5, por poetas como José Infante y Pepe Bornoy (Jarazmín), Bornoy (Zafo), Rafael Pérez Estrada (varias publicaciones restringidas, propias y ajenas, fuera de colección), Salvador López Becerra (Torre de las Palomas, Begar, Ibn Gabirol), Rafael Inglada (El camaleón, Plaza de la Marina, El manatí dorado, Poesía circulante, Llama de amor viva, Las hojas del matarife), Lorenzo Saval (Nuevos Suplementos de Litoral), Dámaso Chicharro (Tediria), F. Ruiz Noguera (Papeles de Alcóncar), Francisco Pedraza y Emilio Chavarría (Virazón), José Andérica y Joaquín Lobato (colecciones Premios de Poesía, Homenajes, Grabados, Originales, Poema-pintor), José María Lopera (Álora la bien cercada), Francisco Javier Torres (Luz de la atención y Suplementos de Galeote) y, además, en Dardo se imprimieron también algunas colecciones del Ateneo de Málaga (Así concebí mi obra, Pliegos del Ateneo, Patente de Corso, Hojas de cortesía, Poesía constante) o colecciones diversas como Almadraba, Molinos de San Telmo o Albatros. Durante todos casi todos estos años, a pie de máquina, el maestro impresor José Andrade, luego, sus hijos José y Manuel Andrade y, por último sus nietos José Manuel y Lorena.

La Antigua Imprenta Sur en el XXI

Tan impresionante trayectoria en la edición de poesía ha merecido dos homenajes: el primero, al maestro impresor José Andrade Martín, organizado tras su muerte (abril de 1985) por el Ayuntamiento de Málaga (Feria del Libro, mayo de 1985); el segundo, a la imprenta misma. Organizado por la Sociedad Económica de Amigos del País, consistió en una exposición —Memoria gráfica de la imprenta Dardo (antes Sur) —, comisariada por Rafael Inglada entre diciembre 1994 y enero de 1995, en la que, junto a numerosas ediciones, se exhibió la antigua Monopol que, al no utilizarse ya en la imprenta, había sido adquirida —como vestigio de nuestro pasado cultural— por la Diputación Provincial en 1986. En su monumental Málaga, 1901-2000: un siglo de creación impresa6, relata Inglada cómo, tras la exposición, la máquina se extravió. Cinco años después, en mayo del 2000, fue encontrada en un garaje de las dependencias que la Diputación tiene en el Centro Cívico. Justo homenaje, sin duda, el rendido a la histórica imprenta aunque, seguramente, el mejor homenaje es el de la nueva etapa editorial que la Antigua Imprenta Sur vive desde hace unos años.

Imprenta SurY con esto volvemos al cuaderno de Altolaguirre, Sobre la poesía, del que hablábamos al principio. A la adquisición de la máquina Monopol que la Diputación había hecho en 1986, se unió en el 2000 la del resto del material de la imprenta Dardo; con tal motivo, el Centro Cultural Generación del 27, dirigido entonces por Lorenzo Saval, sobrino-nieto de Emilio Prados, editó en ella el cuaderno Un verso para una amiga (2000), que Manuel Altolaguirre había publicado en París en 1930. La compra definitiva se formalizó en 2001.
La Antigua Imprenta Sur terminó instalándose —en un espacio que recuerda en cierto modo la sede de Dardo en la Alameda— en el Centro Cultural Provincial y el cuaderno de homenaje con motivo del centenario de Altolaguirre fue el primero de su nueva andadura como imprenta viva. En la introducción al cuaderno —y refiriéndose sucintamente al rico pasado de Sur—, escribe Fernando Centeno: «Se cierra así un ciclo de ochenta años de frutos espléndidos. Y se abre otro que de seguro dará continuidad en este nuevo siglo a la pasión de Málaga por la poesía». Y, en efecto, ese mismo año aparecerá la primera de las nuevas colecciones.

Colección El castillo del in​glés

Con las mismas características que el cuaderno homenaje a Altolaguirre antes mencionado (el formato es también un claro homenaje a una de las colecciones más brillantes de la historia de la imprenta Sur/Dardo: A quien conmigo va, que como se dijo, habían fundado en 1950 Muñoz Rojas y Canales), aparece, con colofón del 16 de julio de 2005, el primer número de El Castillo del Inglés: Pensil de nobles doncellas de Guillermo Carnero.
Publicada entre 2005 y 2009, es ya una colección cerrada que alcanzó treinta números.

Imprenta SurEn las páginas de crédito de la primera entrega, figura que se trata de una publicación del Centro Cultural Generación de 27; no será hasta el número siguiente cuando aparezca el nombre de los directores (Julio Neira y José Antonio Mesa Toré, director y coordinador de actividades del Centro, respectivamente); será también en ese segundo número cuando se dé la razón del nombre elegido: «El título de esta colección recuerda el lugar de Torremolinos donde se hospedaron, entre otros, Luis Cernuda en 1928 y Salvador Dalí y Gala Éluard en 1930, invitados por los poetas malagueños Emilio Prados, Manuel Altolaguirre y José María Hinojosa».
Pensil de nobles doncellas, lleva como viñeta, en cubierta, la silueta del Castillo del Inglés o de Santa Clara, nombre con el que también es conocido el referido lugar. Esta silueta será la que, desde el siguiente número, sirva —ya situada en el interior de cada cuaderno— de distintivo de la colección.

Como característica general de la colección, los títulos de los poemas van en el mismo color que, en cubierta, tiene el título del cuaderno (predominan las gamas de los rojos y los azules). Excepcionalmente, ese mismo color se aplica a todo el cuerpo —no solo al título— del último texto del cuaderno; este es el caso del número inicial, donde el poema que cierra, «Juditha Triumphans de Lucas Cranach el Viejo», va en rojo; excepcionalmente también en este caso, se reproduce a todo color, al principio del cuaderno, el cuadro de Cranach al que ese poema alude.

Los caracteres empleados para la composición a lo largo de los treinta números han sido Ibarra, Bodoni, Elzeviriano y Baskerville.
El segundo número, con viñeta en cubierta de José Hernández, es Las sombras de José Antonio Muñoz Rojas, donde se recuperan textos que aparecieron en la edición de Las cosas del campo de la editorial Destino (1976), pero no en las siguientes.
El colofón de esta segunda entrega es de 29 de octubre de 2005. Desde entonces, los cuadernos irán apareciendo, por lo general, con una periodicidad mensual (salvo en los meses vacacionales). Así el resto de los cuadernos de 2005 son los siguientes: Haikus de Narila de Aurora Luque, donde la autora, en el texto previo —«Microbucólicas»— hace una interesante observación sobre la pertinencia de estos breves textos para la recuperación de vivencias ligadas a la naturaleza: «Tal vez sólo en una acuñación minimalista podría sobrevivir en nuestros días la bucólica clásica». La viñeta en este caso es de Francisco Aguilar.
Se cierra 2005 con las Poesías Orientales traducidas por Emilio Prados, en edición de Francisco Chica. Se trata de los poemas que Prados había publicado en la pionera revistas Ambos (1923); el número tiene, así, cierto carácter de homenaje. La viñeta, tomada de China Monumentis, Amsteladomi, 1667, de Athanasii Kircheri, está en total consonancia con el contenido.
Durante 2006 se editan diez cuadernos (números 5 a 14): Lorenzo Oliván: Vértices (veintidós poemas, con ilustración de Emilio González Sainz), Francisco Fortuny: Epístola al Dios Eros (largo poema en tercetos encadenados en que el autor, con su habitual maestría, conjuga referencias culturalistas clásicas y modernas), Aitana Alberti: Poemas (se trata de la reedición del libro que la autora había publicado, con catorce años, en Buenos Aires, 1955; aparece ahora acompañado de la carta que, como acuse de recibo, le envió, desde Puerto Rico, Zenobia Camprubí —también en nombre de JRJ—; la viñeta es de Rafael Alberti), Rafael Pérez Estrada: Testamento (con ilustración de José Ignacio Díaz Pardo, recoge el cuaderno las dos partes que quedaban inéditas de su último libro La memoria me está dando una tarde imposible —escrito en 1997—, las otras partes de este libro habían aparecido en el volumen antológico El levitador y su vértigo, Madrid, Calambur, 1999), Chantal Maillard: La calma (cinco poemas con ilustración de Henri Michaux), Luis Antonio de Villena: Países de luna (seis textos en prosa, avance de un libro aún inédito, con dibujo de Miguel Gómez), Luis García Montero: Infancia (diez poemas con viñeta de Enrique Brickmann), José Ángel Cilleruelo: Frágiles (veintiún poemas agrupados en tres series: «Frágiles», «Viaje de poeta contemporáneo » y «Siete poemas ocasionales», el dibujo es de Rafael Pérez Estrada), Eduardo García: Refutación de la elegía (doce poemas con ilustración de Carmelo López Arce) y Rock me Amadeus, en edición de Rafael Inglada (antología de poemas sobre Mozart con motivo del 250 aniversario de su nacimiento; reúne el editor textos de Mauricio Bacarisse, Cernuda, Juan Gil-Albert, Leopoldo Panero, Carlos Murciano, Antonio Martínez Sarrión, Pedro Rodríguez Pacheco, Juan Luis Panero, Antonio Carvajal, Antonio Colinas, Ana Rossetti y Carlos Briones).

Imprenta SurEn 2007 aparecen nueve números: Jordi Doce: La puerta del año (páginas de un diario; viñeta de Javier Roz), Carlos Marzal: La arquitectura del aire (serie de aforismos, con ilustración de José Saborit), Transgeneración 1.0 (antología con motivo de un «Encuentro de jóvenes poetas españolas», se reúnen poemas de Yolanda Castaño, Ana Cibeira, María Eloy-García, Izaskun Gracia, Carmen López, Elena Medel, Miriam Reyes, Sofía Rhei, Julieta Valero, Alejandra Vanesa y Jahel Virallonga; se reproduce, en color, las fotografías de las autoras y la ilustración es de Teté Vargas-Machuca), Impresor del Paraíso. Homenaje a Bernabé Fernández-Canivell, en edición de María José Jiménez Tomé (selección de poemas dedicados al impresor por Aleixandre, Gerardo Diego, Guillén, Dámaso Alonso, Emilio Prados, Altolaguirre, Cernuda, Concha Méndez, Bergamín, Pérez-Clotet, Juan Rejano, José Luis Cano, Rodríguez-Spiteri, García Baena, Mario López, Julio Aumente, María Victoria Atencia, Rafael León, Vicente Núñez, Pepe Bornoy y José Infante), Jesús Aguado: El oso de peluche (veinticuatro poemas agrupados en tres series; viñeta de Norah Borges), María Navarro: Tripulación (dieciséis poemas a modo de diario de navegación por el Mediterráneo), David Leo García: Demanda de Sol (doce poemas, con viñeta de Pablo Alonso Herráiz), Antonio Moreno: Tabla rasa (largo poema, divido en diez partes, con ilustración de José Ramón Moreno Guerrero), Jorge Riechmann: Como se arriman las salamanquesas (amplia muestra de haikus y breves poemas a la manera de las coplas del flamenco).

Imprenta SurEn 2008 el número de entregas se reduce a cinco: Francisco Díaz de Castro: Fotografías (doce poemas en prosa), Eduardo Chirinos: Ejercicios para borrar la lluvia (tres series —«Ejercicios para borrar la lluvia», «Fábula de la alondra y la luna» y «Poema de amor con rostro oscuro» —, de diez textos cada una; la viñeta es de Natalia Resnik), Álvaro Salvador: Estación de servicio (tres poemas, con viñeta de Araceli Asenjo), Marifé Santiago Bolaños: Las constelaciones del capitán (cuatro textos, con viñeta de Jesús de la Torre) y Fernando Sanmartín: Infiel a los disfraces (doce poemas agrupados en tres series, con viñeta de Francisco Bores).
La colección termina con los dos números aparecidos en 2009 (colofones de 23 de abril y 30 de julio, respectivamente); la dirección la comparten ahora José Antonio Mesa Toré y la nueva directora del Centro Cultural Generación del 27, Aurora Luque. El honor del cierre correspondió a dos poetas granadinos: Antonio Carvajal: Cartas a los amigos (doce poemas, con viñeta de Sebastián Navas) y José Carlos Rosales: Dos movimientos (catorce poemas agrupados en dos series: «Sinfonía fantástica» y «Si quisieras podrías levantarte y volar»; la viñeta es de Juan Carlos Hernández Negre).

Colección C​azador de nubes

El 27 de marzo de 2008, iniciaron Julio Neira y José Antonio Mesa Toré esta nueva colección como claro homenaje a Emilio Prados (según García Lorca, cazar nubes en un espejo era uno de los entretenimientos que tenía Prados en la Residencia de Estudiantes). La colección, cuya viñeta identitaria es el dibujo «El cazador de estrellas» de Rafael Pérez Estrada, tiene también algo de homenaje a antiguas colecciones de la tradición malagueña, por formato y aspecto recuerda a algunas de la publicaciones que, fuera de colección, hizo el Rafael León, pienso, por ejemplo, en la edición de Los sueños, de María Victoria Atencia (cuidada por León en Dardo en 1976).
Cazador de Nubes ha publicado hasta el momento cinco números. El primero —nuevo homenaje— es Paradise Lost de John Milton en la traducción que Manuel Altolaguirre había publicado en Cruz y Raya en 1935. El texto —un fragmento del capítulo II— se ofrece en edición bilingüe, acompañado de una nota de Rafael Osuna.

Imprenta SurEl 27 de junio de 2008 se fecha la segunda entrega: En las horas oscuras. Homenaje a C. P. Cavafis en el 75º aniversario de su muerte, la edición se debe a Vicente Fernández González y reúne poemas, dedicados al poeta de Alejandría, por trece poetas españoles e hispanoamericanos: Jesús Aguado, Lorenzo Helguero, Aleyda Quevedo, Ignacio Gago, Manuel Forcano, Luis Muñoz, Alberto Tesán, Eduardo Chirinos, Esperanza López Parada, Jesús Llorente, Álex Chico, Daniel Lázaro Abolafio y Francisco Fortuny.

A partir del número tres (24 de diciembre de 2008), la colección pasa a ser dirigida por Aurora Luque, directora del Centro, y Mesa Toré. Este tercer número es una antología de poemas sobre el papel preparada por Rafael León, Metáforas del papel, que, tras un poema de María Wine, reúne textos breves (de hecho fragmentos de poemas relacionados con el tema de la antología) de Alberti, Aleixandre, Elena Andrés, María Victoria Atencia, Felipe Benítez Reyes, Jorge Luis Borges, Antonio Carvajal, Alexandra Domínguez, Aquilino Duque, Pedro Enríquez, José Florencio Martínez, Federico García Lorca, Pere Gimferrer, Vladimir Holan, Josep M. Rodríguez, Elena Medel, Ana María Navales, Julia Otxoa, Octavio Paz, José María Pemán, Fernando Pessoa, Milena Rodríguez, Rosa Romojaro, Manuel Salinas, Pedro Salinas, Basilio Sánchez, Eloy Sánchez Rosillo, Jaime Siles, Andrés Trapiello, José Ángel Valente, Jorge Villálmanzo y José Viñals. La selección se cierra con un poema de Jorge Oteiza. El conjunto va acompañado con la reproducción de veintidós filigranas de C. M. Briquet.

El cuarto número (28 de febrero de 2009) es la edición, por primera vez exenta, de la ya clásica Tontología que Gerardo Diego había publicado en el último número de la revista santanderina Lola (junio de 1928). Se ofrece aquí en edición de Francisco Javier Díez de Revenga.
El quinto (22 de mayo de 2009) es de José Antonio Mesa Toré: Aburrimientos, colección de haikus agrupados según las cuatro estaciones del año, con uno final en la sección «Quinta estación». En una nota previa explica el autor la génesis de estos poemas.
Dos nuevos números se suman a la colección en 2010: una antología de poemas sobre la India preparada por Jesús Aguado (Fervor de la India) y una Colección de Olas para José Antonio Padilla, en homenaje al poeta fallecido el pasado 2009.

Colección La ca​ma de Minerva

iLa Minerva (la Monopol Minerva de la antigua imprenta Sur) que guarda la memoria de buena parte de la historia de la mejor poesía española desde los años veinte del pasado siglo XX hasta ahora, ya tenía, literariamente, un álbum: el conocido como Álbum de Minerva que el maestro impresor José Andrade Martín inició en la década de los cincuenta para recoger las anotaciones y dibujos de los visitantes ilustres que pasaban por la imprenta (ya con el nombre de imprenta Dardo, y situada entonces, según dijimos, en su tercera residencia de la Alameda). Allí —y en aquel álbum—, dejó manuscrito Jorge Guillén su poema «Minerva», como testimonio de su primera visita a Málaga, de la mano de Bernabé Fernández Canivell, en 1955.
Ése fue también el título —«El Álbum de Minerva»— del artículo que escribió Rafael Pérez Estrada para el ya mencionado homenaje a José Andrade (Feria del Libro de 1985).

Así es que la Minerva, literariamente, ya tenía álbum; ahora, literariamente, tiene también cama: la espléndida Cama de Minerva, que está en la mejor línea de las más exquisitas publicaciones poéticas de la tradición impresora malagueña que, en 1925, habían iniciado Prados y Altolaguirre. Y el impresor, en las colecciones de esta última nueva etapa de la imprenta, siguiendo la saga, es José Manuel Andrade, hijo de José Andrade Miranda, y nieto de aquel muchacho de diecisiete años que había empezado en la primitiva Sur de la calle Tomás Heredia (y bisnieto del primer José Andrade Gutiérrez, impresor del diario malagueño El Popular): cuatro generaciones, pues, están detrás de esta extraordinaria delicadeza que hoy, en plena era de impresiones digitales, se presenta como testimonio resistente de la mejor artesanía. La Cama de Minerva, por su formato y diseño, recuerda —nuevo homenaje— a los Cuadernos de Poesía de Rafael León (en los años cincuenta) y a Caballo Griego para la Poesía de Bernabé Fernández Canivell (a mediados de los setenta).

Imprenta SurEn el título de la nueva colección, dirigida por Aurora Luque y José Antonio Mesa Toré, se junta la mera designación de una parte de la máquina (aquélla donde se coloca el papel) con el inevitable eco mitológico: tecnología y Antigüedad unidas. Y para inaugurarla, nada mejor, probablemente, que los versos de uno de los poetas que, en nuestros días, mejor ha conjugado los elementos de la cotidianidad y los de la tradición —o tradiciones varias— de carácter cultural y literario: Luis Alberto de Cuenca y su Paseo vespertino, que incluye seis poemas. Un dibujo de Lorenzo Saval que recrea la cabalgada de los amantes del poema que da título al cuaderno, y la viñeta de Juan Carlos Hernández Negre sobre una idea de Julia Otxoa completan el primer número esta nueva joya de la impresión malagueña.
En noviembre de 2010 aparecen dos nuevas entregas: Soliloquio, extenso poema de José Manuel Caballero Bonald sobre su personal mundo mítico, con dibujo de Enrique Brinkmann; y Elegías a M.B., de Francisco Brines, conjunto de poemas de gran lirismo en memoria de su madre, con dibujo de José Saborit.

Francisco Ruiz Noguera en "La nuevas colecciones de la Antigua Imprenta Sur", en El Maquinista de la Generación, núm 18.

1 Sobre los comienzos de la imprenta Sur, cfr. Rafael Inglada: Málaga, 19001-2000: un siglo de creación impresa, Málaga, Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga/Centro Cultural Generación del 27, 2009, págs. 51-53, y Julio Neira: Manuel Altolaguirre. Impresor y editor, Málaga, Universidad de Málaga/Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 2008, págs. 63-71.

2 Manuel Altolaguirre: «Vida y poesía: cuatro poetas íntimos», en Obras completas I, ed. James Valender, Madrid, Istmo, 1986, p, 231.

3 Cfr. José María Barrera: «Un capítulo de la imprenta Sur en los años treinta: la poesía de Juan Miguel Pomar», El Maquinista de la Generación, 10, Málaga, 2005, págs. 78-81.

4 Cfr. Rafael Inglada, op. cit., pág. 55.

5 Cfr. F. Ruiz Noguera: «Málaga: cincuenta años de edición (1927-1977)» y catálogo de «La última década (1977-1987)», en La renovación impresora y editorial en Málaga (1927-1987), Málaga, Centro Cultural Generación del 27, 1987, págs. 11-20 y 25-40; también «Revistas poéticas malagueñas», Celacanto, 3-4, Huelva, 1991, págs. 20- 23; «Revistas y colecciones poéticas malagueñas en el siglo XX», Cuadernos Hispanoamericanos, 514-515, Madrid, 1993, págs. 245-352, y «La edición de poesía en Málaga. Siglo XX», en Rafael Inglada, op. cit. págs. 20-31.