LA GENERACIÓN DEL 27 Y SU HUELLA SONORA: GUSTAVO DURÁN COMO ESTRELLA FUGAZ.
Conferencia de Carlos Martín Ballester.
Dentro del ciclo en torno a la exposición La palabra pintada. Minervas de vanguardia: 1919-1939

Jueves, 31 de enero. 19:30h.
Centro Cultural MVA.

Entrada libre hasta completar aforo.

Como complemento a la exposición La palabra pintada: Minervas de vanguardia 1919-39 se ha programado una serie de conferencias y proyecciones de documentales relacionados con el momento histórico que ilustra dicha exposición.

En esta ocasión será el coleccionista y editor Carlos Martín Ballester quien, desde su conocimiento amplísimo de la música de aquella época, nos acercará a la figura, injustamente preterida,  de Gustavo Durán.

Martín Ballester es Presidente del Círculo Flamenco de Madrid, editor musical del mayor sello dedicado a las grabaciones clásicas entre 1890 y 1960, responsable del blog El arqueólogo musical y autor de sendas biografías (en formato de libro-disco) de las legendarias personalidades de Antonio Chacón y Manuel Torre, a quien F. García Lorca consideraba el mayor cantaor flamenco. Coleccionista inveterado, posee casi cinco mil discos de pizarra en los que se ha preservado toda una tradición, perdida de otra manera. De aquí está extrayendo pacientemente todo un fondo de edición que ha documentado un hueco gigantesco en la cultura musical española.

Gustavo Durán es una figura sin par en la historia de la cultura española. Escritor, compositor, militar, espía, director de doblaje y diplomático, entre otros quehaceres, su vida recorre algunos de los años y escenarios más ricos del siglo XX.  Su relación con la música era muy personal, no componía para las ediciones y la difusión, lo hizo para sí mismo en todos los momentos de su vida, para sus amigos cercanos o escribiendo canciones. Miembro de la Residencia de Estudiantes, fue alumno de Falla y Turina así como amigo de Buñuel, Pepín Bello, Dalí y García Lorca. En su ampliación de estudios en París tuvo a Dukas como preceptor e hizo amistad con Ernest Hemingway (que lo incluyó con su nombre en su novela Por quien doblan las campanas), Anais Nin o Ilya Ehrenburg.  En 1927, Antonia Mercé La Argentina, musa de la vanguardia cultural, estrenó su ballet El fandango de candil. En 1933 abandonó repentinamente la creación musical volcándose en tareas de doblaje para Paramount Pictures e iniciando una intensa dedicación a la política en los últimos años republicanos de la mano de su amigo Rafael Alberti. En la Guerra Civil llegó a jefe de estado mayor de una Brigada internacional. Contribuyó a salvar obras de arte y documentación histórica de los conventos de la villa. Tras la derrota, emprendió el camino del exilio viviendo en Marsella y Londres, antes de viajar a Estados Unidos donde trabajó para el Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York y, posteriormente, el Departamento de Estado, viajando por Hispanoamérica, más como espía que como otra cosa, contribuyendo a conjurar el avance nazi en Cuba y Argentina. En los años siguientes, y ya con nacionalidad estadounidense, se desempeñaría como diplomático y funcionario de organismos internacionales. En sus últimos años hizo amistad con el poeta Jaime Gil de Biedma, para fallecer en Atenas en 1966. Está enterrado en Creta y  su archivo fue cedido años más tarde al Centro de Documentación de la Residencia de Estudiantes.  Parte de su peripecia vital fue recogida por Horacio Vázquez Rial en la novela El soldado de porcelana.
La exposición se verá ilustrada auditivamente con Paisajes Sonoros de Gustavo Durán seleccionados por el conferenciante.