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Historia de Cartajima

Diputación de Málaga
Los Riscos de Cartajima - Júzcar. Formación geológica

Historia de Cartajima

Del pueblo no existe información histórica precisa que respalde las teorías que se barajan al respecto; pero existen testimonios que evidencian hallazgos que corresponden a la época helénica. A este periodo corresponden los sepulcros localizados cuando se realizaban los cimientos de una construcción en Las Peñuelas. En estos sepulcros aparecieron restos humanos y algunas monedas, según queda recogido en una crónica del lugar.

Excepto por esta descripción y alguna leyenda, no hay ningún dato más sobre la historia de Cartajima, aunque podemos relacionar su historia con la del resto de pueblos vecinos y suponer que en esta localidad la presencia árabe fue importante. De lo que sí existe constancia es sobre los acontecimientos históricos derivados de la conquista por los cristianos y posterior expulsión de los moriscos.

La localidad se distinguió durante la Guerra de la Independencia por la lucha que mantuvo contra las tropas napoleónicas, época en la que sobresalió el guerrillero Andrés García, quien perpetró el atentado contra el gobernador de Ronda.

Fernando Séptimo le concedió el nombre de Villa en 1814, y a lo largo del siglo diecinueve el pueblo vivió un fuerte desarrollo económico merced al cultivo de la vid y a la explotación de los yacimientos de hierro existentes en el municipio, lo que propició la creación de una fábrica de cañones y balas y que la población llegase a conocerse como "Cádiz la chica".

La epidemia de filoxera que destruyó los viñedos andaluces a finales del diecinueve se recuerda en Cartajima como si fuera un acontecimiento de ayer mismo, ya que la sumió en una profunda crisis dado el carácter eminentemente agrícola que tenía la actividad del municipio.

El terreno predominante en este término municipal es rocoso, descendiendo violentamente hacia el sur (cuenca del Genal). Pero ésto hace que los espacios de interés ecológico se multipliquen. Impresiona la grandeza desangelada del pico de Almola o la majestuosidad de la Majada del Centinela. En cualquier caso, el pueblo en sí, enclavado en la Sierra del Oreganal, es digno de visitar. Y es que su urbanismo tiene un aura árabe, con el contrapunto de la iglesia de la Virgen del Rosario, nave rectangular cubierta de una armadura de madera. Las calles son estrechas; las casas, de piedra vista encalada y tejados pocos inclinados a dos y cuatro vertientes.