La fundación del núcleo urbano tuvo lugar a comienzos del siglo dieciocho, recibiendo el nombre de Puebla de Saucedo, por la abundancia de sauces. El origen estuvo en seis caseríos de campo, situados en una Realenga dentro del territorio jurisdiccional del Duque de Osuna. Todavía se recuerda los nombres de algunos de aquellos primeros pobladores: José y Juan Pérez Alba, Cristóbal Navas y Paula Gómez.

Las familias, los enlaces tradicionales y la afluencia de otros vecinos de pueblos cercanos fueron aumentando el primitivo núcleo de forma que, a principios del siglo diecinueve, sumaban 1.378 habitantes. Amparados por el Real Decreto dado por las Cortes de Cádiz de fecha 7 de octubre de 1.812, los habitantes de Puebla del Saucedo llevaron a cabo el deslinde y amojonamiento del término municipal en 1813. Pero los vecinos de Archidona, con su Alguacil Mayor al frente, impidieron la acción con violencia.

No obstante fue realizado en el mes de febrero de 1813, lo que provocó grandes desavenencias y disgustos entre ambas poblaciones por lo que se estimó que la solución podría radicar en la separación de los pueblos, lo que se verificó en el mes de mayo de 1821. Sin embargo, Archidona recurrió a la Real Cancillería de Granada manifestando que la Puebla del Saucedo era una calle de Archidona, por lo que atendidas sus súplicas, la Real Cancillería decretó la reposición solicitada.

Como era de esperar la Puebla del Saucedo no se quedó de brazos cruzados y en 1824 acudió al Consejo de Cámara del Rey exponiendo sus razones, las cuales fueron atendidas en un Real Despacho del Rey Fernando Séptimo con fecha 21 de octubre de 1827 por el que queda separado definitivamente de Archidona. Tres años más tarde, quedó aprobado el nombre de Villanueva del Rosario, que ha permanecido hasta nuestros días.

Para conocer Villanueva del Rosario es obligatorio conocer su orografía. Al municipio lo atraviesa el río Guadalhorce y por su término municipal corren una media docena de arroyos. De gran belleza es el barranco de las Grutas del Buitre y la personalidad de El Torcal tiene su continuidad en las sierras del Camarolo, Gordo y Hondonero. En la falda de esta última se sitúa el núcleo urbano.