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Ruta 07. Arroyo Balastar. El travertino de Faraján (Itinerarios fluviales)

Diputación de Málaga
Faraján. Itinerarios por los paisajes fluviales de Málaga

Ruta 07. Arroyo Balastar. El travertino de Faraján (Itinerarios fluviales)

Rutas A pie Fluvial
Dificultad - Media
Acceso -

El itinerario tiene su inicio en Faraján, pueblo del Havaral situado en la comarca de la Serranía de Ronda. Existen dos opciones para llegar hasta aquí: la más recurrida parte de la A-397 (Ronda-San Pedro de Alcántara), entre los kilómetros 11 y 12, siguiendo el desvío a través de la MA-7306 en dirección a Cartajima y Júzcar. La otra posibilidad es seguir la MA-7307, carretera que se desprende de la A-369 (Ronda-Gaucín) entre los kilómetros 8 y 9, en dirección a Alpandeire, Faraján y Júzcar. Junto a la piscina municipal, situada en la travesía hacia Júzcar, hallaremos un lugar idóneo para estacionar el vehículo; después buscamos la cercana plaza del Ayuntamiento y seguimos a la izquierda de la iglesia parroquial Nuestra Señora del Rosario, por la calle Camino del Molino, hasta salir del casco urbano.

Duración - 1:00 horas
Longitud - 2700 Km
Rutas

Dejamos atrás el casco urbano de Faraján enfilando la calle Camino del Molino, custodiada por blanqueados muros que delimitan predios dedicados al cultivo de vides, olivos, almendros y castaños entre los que median pequeñas huertas familiares, cuidadas afanosamente por los mayores del lugar. Al llegar a un pequeño ensanche nos topamos con un mirador que deja entrever al norte la blancura caliza de la deforestada sierra del Oreganal en fuerte contraste con el cerrado encinar (Quercus ilex) desparramado sobre las laderas de contacto con terrenos silíceos; justo por detrás descuella el redondeado cerro Romeral, forrado por un pinar (Pinus halepensis) en recuperación tras un incendio forestal. En tanto, al oeste, tras la dorsal del interfluvio Genal-Guadiaro, donde se aposenta Benadalid, asoman las desoladas cumbres del macizo de Líbar, pertenecientes al sector malagueño del Parque Natural Sierra de Grazalema.

A la derecha del mirador y de manera decidida baja nuestro sendero amparado por zumaques (Rhus coriaria), almeces (Celtis australis) y portentosos quejigos (Quercus faginea) recubiertos de plantas trepadoras. Recorridos unos 580 m desde el inicio, encontramos una bifurcación, a la derecha, que utilizaremos para el regreso. Desde esta posición observamos el dique travertínico y algunas huertas distribuidas en bancales. También percibimos el rumor de la cascada situada en la zona alta, aunque la feraz vegetación colgada de la repisa, impide contemplarla claramente. Afrontamos otra empinada bajada y cruzamos el lecho del arroyo. En adelante gozaremos de este armonioso agroecosistema combinado de huertas, arboledas, acequias envueltas por cola de caballo (Equisetum arvense), muros y mogotes pétreos de travertino, todo enmarcado en las tornadizas vertientes del fragoso Valle del Genal, al que se suma, como una manchita blanca, el caserío de Benalauría.

Tras este último tramo de casi llaneo, el sendero gira bruscamente al sur y accede a la zona más baja de cultivos, rodeando un cantil de tobas con alguna covacha aprovechada como eventual casilla de aperos. A continuación pasamos por una maltrecha acequia sumida en exuberante vegetación, hasta toparnos, en un ambiente de gran humedad, con una impresionante cascada de unos 25 m de altura. El lugar tiene todos los requisitos para una reposada y relajante parada, contemplando la caída al vacío del agua sobre un lecho rocoso recubierto de hiedras (Hedera helix), culantrillos (Adiantum capillus-veneris) y musgos.

De regreso a la bifurcación antes reseñada, tomamos rumbo hacia la cascada superior, de menor altura, pero no por ello menos espectacular. Podremos descansar un ratito en una repisa cercana donde se han colocado una mesa y bancos. De vuelta al camino, iniciamos el ascenso por una senda hormigonada, junto a la acequia que regula el agua de la cascada. Justo al llegar a la altura de una huerta delimitada por un cortado, apreciaremos el cubo de un antiguo molino. Avanzamos ahora por un tramo más llano, a través de un pasillo entre setos al que acuden numerosas aves como el herrerillo común (Cyanistes caeruleus), la curruca zarzera (Sylvia communis) y el papamoscas gris (Muscicapa striata). Un nuevo quiebro al este nos conduce hasta el carril de regreso a Faraján, aunque antes torceremos a la izquierda para visitar el nacimiento del Charco, el principal aporte al arroyo Balastar. Aquí se aprecia perfectamente el contacto litológico que da pie a la surgencia y a los dos paisajes más característicos del Valle del Genal: el ager y el saltus.