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Gran Senda de la Axarquía (GR 242). Etapa 03. El Borge - Moclinejo

Diputación de Málaga
GS Axarquía. Etapa 3. El Borge

Gran Senda de la Axarquía (GR 242). Etapa 03. El Borge - Moclinejo

Ruta A pie
Dificultad - Azul - Fácil
Acceso -

A tener en cuenta

Seguimos la tónica de las anteriores etapas. En tiempos de lluvias precaución ante las posibles avenidas en el tramo que media entre El Borge y Almáchar. Cautela en los tramos de carriles agrícolas, por donde suelen transitar vehículos todo-terreno y tractores. No existen puntos fiables para proveerse de agua, excepto en la fuente de Nariza (Almáchar) y en las localidades por donde pasa el GR-242. Debemos respetar los viñedos y abstenernos de recolectar racimos de uvas o los frutos de aguacates y mangos. Algunos trechos de fuerte pendiente, tanto de subida como de bajada, requieren del uso de bastones telescópicos. Esta es la mejor etapa del GR-242 para practicar en el uso de los mapas topográficos, ya que en diversos enclaves tendremos unas inmejorables panorámicas de la Axarquía, del Arco Calizo Central, de los Montes de Málaga, de la costa mediterránea y de las cumbres del Parque Natural Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama. En los primeros compases coincide con el SL-A 65 y antes de acceder con Moclinejo con los senderos de Sandoval y Cantoblanco, propios de este municipio.

1. Inicio de la etapa:

Acceso al punto de inicio: En zona de la Huertecilla, situada al sur del casco urbano, hemos de tomar la avenida Maria Zambrano y una vez revesada las instalaciones municipales de la piscina y pista polideportiva, bajar al cauce del río El Borge.

2. Finalización de la etapa:

Acceso al punto de finalización: Siendo la referencia la plaza de España, donde se ubica la casa consistorial, debemos bajar por la avenida de la Pasión hacia la calle La Serrana, por donde aparece la traza del GR-242.

Coincidencia con otros senderos homologados

- SL-A 65 Almáchar-Cerro Patarra.

Duración - 4:40 horas
Longitud - 11600 Km
Rutas

Desde la avenida María Zambrano descendemos por una rampa hacia una amplia explanada que precede al cauce muy abierto del río del Borge, que tan solo lleva algún caudal en los periodos lluviosos. En las laderas de ambas orillas proliferan especies que nos son conocidas, como el almendro y la viña. El régimen de rambla de este curso fluvial y el aprovechamiento agrícola hasta las mismas orillas impiden el normal desarrollo de la vegetación riparia, aunque la caña (Arundo donax), planta establecida en nuestro territorio hace siglos, procedente del continente asiático, se aferra aprovechando la humedad de la capa freática. Sin duda, estos cañaverales son refugio para la fauna silvestre. Mas escasas son las adelfas y las bolinas.

Atrás va quedando El Borge, con el campanario de su iglesia destacando sobre el perfil de los tejados, cuando ya estamos dando vistas a la vecina localidad de Almáchar, situada en una colina amesetada y asomada al horcajo de los ríos del Borge y Almáchar. No faltan aquí los cultivos tropicales aprovechando las laderas aterrazadas que antes ocuparon olivos y granados; aunque algunos, dispersos, aún se ven en las tierras yermas donde solo las acederas y las amapolas, en primavera, ponen una nota de color.

Al fondo vemos el puente de cuatro ojos que da acceso a Almáchar y por detrás, la traza de la carretera que se dirige a Benamocarra. Nosotros seguimos por el amplio lecho, transitando unos abiertos meandros que, aunque no lo imaginemos, delatan la fuerza erosiva del agua tras fuertes lluvias. En el trayecto pasaremos junto a granjas de caballos y al lado de dos curiosos pozos de agua para el consumo humano. Sobre nuestras cabezas, una hilera de viviendas del casco urbano de Almáchar se encaraman al precipicio casi desafiando las leyes de la gravedad. Llama igualmente la atención los gruesos muros delimitadores del cauce destinados a proteger las parcelas agrícolas de las cíclicas avenidas. Se advierte la antigüedad de estos parapetos por el estilo constructivo y los materiales usados; en este caso, cantos del propio cauce dispuestos en forma de lonchas hiladas más o menos orondas. Los muros que fueron abatidos se recomponen con bloques de hormigón, que son más efectivos.

Llegados a la confluencia de ambos regatos, doblamos a la derecha por el río Almáchar. En este lugar se levanta la estación depuradora de aguas residuales. Algo más adelante hallamos la bonita fuente Nariza, rodeada de flores de trompetero gigante (Solandra máxima), una planta de origen americano frecuente en los jardines de los pueblos de la Axarquía. El pilar ganadero situado junto al chorrito se conserva en perfectas condiciones. Sin duda, el enclave debió ser lugar de encuentro de arrieros y transeúntes. Al regazo de este sector más umbrío, crecen un buen ramillete de plantas, caso de las adelfas, los jaramagos, las chupamieles (Anchusa azurea), las correhuelas (Convolvulus arvensis), las amapolas, los hinojos y los curiosos ricinos (Ricinus communis), un arbusto leñoso procedente de África, cuyo fruto es globuloso y está cubierto de púas.

Hemos recorrido 2,8 km y estamos a 8,8 km de Moclinejo. Aunque el GR-242 no sube al pueblo, os exhortamos a visitarlo. Almáchar posee uno de los cascos urbanos más abigarrados de la Axarquía. Destaca el conjunto de callejuelas del barrio de las Cabras, muy estrechas y pinas. La iglesia de San Mateo y el museo de la Pasa son otros reclamos patrimoniales a los que acudir. 

Regresamos al sendero y pasamos entre algunas cuadras de caballos. Seguidamente enfilaremos la avenida Josefa Gámez Lozano, con el río Almáchar a nuestra izquierda. Desde este lugar, zona más baja del pueblo, nacen varias rutas ofertadas por el Ayuntamiento de Almáchar, entre ellas la de Mena, Lomas de Cútar, Cerro Vallejo, Fuentes Las Pozuelas y Cerro Acebuchar. Al llegar al puente que cruza el río vemos también el cartel de inicio del SL-A 65 Almáchar-Cerro Patarra, con el que coincidiremos en algunos tramos en adelante. Bajo el puente, algo escondida, descubrimos la fuente del Forfe, situada hasta hace pocos años en la ladera, pero tuvo que ser trasladada tras unas obras de acondicionamiento. Unos 300 m. aguas arriba, existe otra llamada Pozuelas.

Cruzamos por el puente y seguimos el carril hormigonado por breve tiempo, ya que a la derecha surge la trocha que hemos de tomar, coincidente con la Vereda de la Cuesta del Olivar. El sendero zigzaguea entre las pizarras sin dejar de subir, dando vistas a la omnipresente cumbre de la Maroma y al casco urbano de Almárchar, rodeado por los cerros de la Acebuchada, El Pendón y Punta Europa. El marco es precioso, sobre todo en primavera, cuando el enjuto camino se adorna de un pasillo morado constituido por el aromático cantueso y la clavellina. Acaba este idílico tramo afluyendo a un carril que no es más que un excelente balcón natural, rodeado de olivos, retamas y algarrobos por donde hemos visto revolotear al zorzal común.

Nos acercamos al intervalo más elevado de la tercera etapa del GR-242, a una altura media de 500 m. sobre el nivel del mar, por ello gozamos de vistas envidiables a los cuatro puntos cardinales. Entre los hitos reseñables figura Comares y la amplia dorsal bética con la mole del Chamizo (1.641 m.) descollando en el Arco Calizo Central. De la misma manera atisbamos El Borge, Periana, Alcaucín, Canillas de Aceituno, resguardada por la Maroma (2.065 m.); la esbelta figura del Lucero (1.774 m.), el Cisne (1.479 m.) y el Navachica (1.831 m.), cumbre más elevada de Sierra Almijara. Nos restan 7,1 km. para llegar a Moclinejo.

Estamos en el corazón de la Axarquía. El viñedo cubre las laderas de levante y poniente del espinazo por donde discurrimos. Ampliando el radio aparecen un rosario de suaves lomas cubiertas por diferentes cultivos leñosos y un salpicado de casitas blancas, con sus paseros, que alcanzan mayor profusión en lo alto de las lomas interfluviales. Al oeste, más que verse, se intuye tapada por una larga hilera de pinos, la carretera que va de Almáchar a Moclinejo (MA-3114).  El amplio valle del río Vélez, que se desarrolla hacia el este, nos muestra otra faz de la Axarquía, donde la combinación del cinturón de medianas elevaciones correspondiente al llamado macizo de Vélez, el caserío de Benamocarra y el quebrado horizonte de las referidas montañas del Parque Natural Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, esbozan un panorama sobresaliente. El conjunto visual se acrecienta algo más adelante cuando en lontananza nos sorprende el azul del amplio mar Mediterráneo.

Poco antes de llegar al cerro del Acebuchar dejamos a nuestra izquierda el camino que se dirige a Benaque y Macharaviaya. A 1,1 km de este cruce y antes de alcanzar el cerro Vallejo, abandonamos el camino principal, correspondiente con la Vereda de la Cuesta del Olivar, en favor de otro de menor entidad que circunda la cabecera de la cañada de Huerto Alarcón. En este nuevo tramo y durante el periodo de bonanza climática hemos visto numerosas mariposas, sobre todo a la esbelta Papilio machaon, cuyas plantas nutricias: hinojo, ruda y zanahoria silvestre, crecen en las márgenes junto a retamas, esparragueras, ardiviejas, hérguenes y pequeñas encinas.

Rodeamos la aldea de Vallejos, perteneciente al municipio de Macharaviaya, y dejamos atrás su blanco caserío para tomar una carreterita asfaltada que confluye en otra similar, coincidente con el Camino de Antequera. En el cruce hallamos una señal que indica la dirección a un mirador situado en el cerro Vallejo, justo en la confluencia con la ya conocida Vereda de la Cuesta del Olivar, que en ese tramo se solapa con la ruta de Salvador Rueda. Realizadas estas apreciaciones, cruzamos enfrente y bajo una gran encina hallamos la señalización del GR-242, indicando 2,7 km a Moclinejo, cuyo casco urbano contemplamos nítidamente sobre una de los lomos del cerro de Piedras Blancas.

Iniciamos un descenso muy pronunciado a través de la compleja cuenca del río de Valdés. Este curso fluvial adopta el nombre de Benagalbón cuando penetra en dicho término municipal, y con ese nombre fenecerá al desembocar en el Mediterráneo. Entretenidos en nuestro ambular, apreciaremos, de seguro, dos enormes balsas de agua; igualmente advertiremos la ausencia de viñedos en favor de almendros, olivos y mangos, estos últimos de reciente implantación en la zona. A buen seguro que os habréis fijado en las cunetas revestidas de chumberas, que además de proporcionarnos su dulce fruto, refuerzan la consistencia del carril. Las llamativas alcaparras, con sus bonitas flores, y la presencia del conejo, delatada por un sinfín de rastros y huellas, dictan nota sobre este preciado ecosistema rural.

Al vadear el arroyo de Cantoblanco, que suele llevar un hilillo de agua, sobreviene el tramo final del recorrido por el camino de la Serrana, coincidiendo con las rutas de Sandoval y Cantoblanco, ofertadas por el Ayuntamiento de Moclinejo. En un margen del camino llamará nuestra atención las ruinas de un rancho con un olivo en su interior. Los ladridos de numerosos perros nos ponen en sobre aviso de la cercanía de las instalaciones del refugio de animales Reyes, cuyo acceso queda a la izquierda. El último hito reseñable antes de acceder a Moclinejo, es la fuente de las Pilas, lugar idóneo para refrescarse; eso sí, con cuidado de no molestar a las avispas.

Cómo llegar

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