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Gran Senda de la Serranía de Ronda (GR 141). Etapa 01. Ronda - Jimera de Líbar

Diputación de Málaga
Panoramica. La hoya del Tajo. Miguel A. Mateos

Gran Senda de la Serranía de Ronda (GR 141). Etapa 01. Ronda - Jimera de Líbar

1. Ronda - km 0

Iniciamos la primera etapa del GR 141 (Gran Senda de la Serranía de Ronda) en la plaza de María Auxiliadora, o del Campillo. Se ubica en pleno casco histórico de la ciudad, junto a unas balconadas que asoman a la Hoya del Tajo de Ronda, una gran depresión rodeada de escarpes por donde se abre paso el río Guadalevín. La forma más rápida de llegar aquí teniendo como referencia la oficina municipal de turismo, situada junto a la plaza de toros, es acceder a la contigua plaza de España y pasar por el famoso Puente Nuevo, siguiendo luego las calles Armiñán y Tenorio.

Comienza el camino, ancho y empedrado, con una pronunciada pendiente que caracolea entre almendros, conocida como Cuesta del Cachondeo. Frente a la erosionada muralla de la Albacara, rematada en su época de tapial con cal, hallamos una bifurcación. El vial corre en paralelo al lienzo y conecta las puertas del Viento (a la izquierda) y de los Molinos (a la derecha). Al poco de pasar la Puerta del Viento llegamos a una pista que tomamos a la derecha, en fuerte descenso, por un piso conformado por cantos muy pulidos y resbalosos que pueden dificultar la marcha en caso de lluvias; ojo pues a las posibles caídas y al paso de vehículos.

2. Mirador del Tajo – km 0,8

Hacemos una parada en el ensanche para gozar de una panorámica generalizada del conjunto del Tajo, que en algunos puntos alcanza más de 100 metros. La profunda brecha que separa en dos el casco urbano es fruto de la fuerza erosiva del río que ha socavado durante miles de años los materiales más blandos para abrirse paso por la enorme mole de calcoarenitas y afluir al antiguo depósito litoral, la Hoya del Tajo, donde se confiaron los detritus arrastrados por la corriente.

El Puente Nuevo, importante obra de ingeniería, alcanza una altura de 98 m. Su construcción concluyó en 1793 tras cuarenta años de obras.

Son numerosas las acequias que recorren la Hoya para llevar el agua a los más de catorce molinos harineros en desuso, a la central hidroeléctrica y a las fructíferas huertas que se expanden sobre bancales en los contornos del cauce del Guadalevín. La avifauna constituye otro de los valores añadidos del paraje, que está a punto de ser declarado Monumento Natural de Andalucía. Entre las especies más representativas destacan las ruidosas chovas piquirrojas y otras como el cernícalo vulgar, el halcón peregrino, el búho real, el vencejo real o el roquero solitario. Sépase que una vereda sube desde aquí hasta el Arco del Cristo y la muralla de la Albacara.

Reanudamos la marcha, entre olivos y campos de labor, hasta llegar a la altura de unos molinos en proceso de restauración, y seguidamente cruzamos el Guadalevín y enfilamos hacia el puerto de la Muela. Nos esperan vistas espectaculares del Tajo, con su Asa de la Caldera. Hacia el suroeste, sobre el filar que delimita la Hoya, apreciamos recortados en el horizonte unos enormes pinos piñoneros y unas covachas que corresponden con el conjunto monástico rupestre de la Virgen de la Cabeza, de origen mozárabe (S. IX). En el solar se celebra en el mes de junio una popular romería dedicada a esa advocación.

Puesta la vista al norte, bajo los cantiles de la zona más baja del Tajo, aparece el antiguo convento de Trinitarios (1505), hoy convertido en bodega, y de ahí la presencia de vides en sus predios.

3. Puerto de la Muela – km 3,1

Tras un fuerte repecho, coronamos el puerto de la Muela, inmejorable balcón para hacer una parada y echar la vista atrás. Hasta aquí hemos coincidido con el sendero local SL-A 38 Molinos del Tajo. Ese mismo trazado es dominio del tramo Montejaque-Ronda del GR 7 (E/4) y de los pequeños recorridos que se encaminan a Benaoján (PR-A 251) y Montejaque (PR-A 253), con los que coincidiremos en adelante.

Avanzamos, primero en línea recta y al poco descubrimos en el bosque un par de casitas derruidas conocidas como del Consumo o del Fielato, pues sirvieron en su tiempo de puestos de control para los productos que llegaban a la ciudad de Ronda. Continuamos por un terreno despejado que en su tiempo fue zona de extracción de áridos (Arenas de Santander) y descendemos entre casas de campo por la renombrada Cañada Real del Campo de Gibraltar, con la que también compartiremos ruta desde ahora. El carril viene a morir en la carretera de Ronda a Benaoján (MA-7401) por la que hay que continuar los siguientes 400 metros y luego, tras cruzarla, tomamos el carril que lleva a la Junta de los Ríos.

4. Junta de los Ríos – km 5,3

Desde el pequeño puente que cruza el río Guadalcobacín observamos la unión de éste con el Guadalevín. A partir de este punto, el río se conoce como Guadiaro. En sus orillas crecen algunos chopos, álamos, sauces y fresnos, mientras que el cauce es dominio de especies como el barbo, fácilmente observable en los remansos. Más adelante cruzamos el arroyo del Cupil y advertimos cómo afluye al Guadiaro. Abandonamos la pista asfaltada y cruzamos la vía del tren por el paso a nivel para situarnos en una nueva bifurcación.

Ya estamos en los dominios del Parque Natural Sierra de Grazalema. En este punto la Cañada Real del Campo de Gibraltar se desgaja y se encamina por los trazados del GR 7 y del PR-251 a Montejaque y al Boquete del Mures. Nuestra opción es el carril que se solapa con el PR-253 y el GR 249. Discurrimos en paralelo con la línea férrea y el río Guadiaro. Del prolongado lienzo calizo que nos acompaña al oeste, correspondiente con el cerro Mures y la sierra del Algarrobo, caen unas pronunciadas laderas dedicadas al cultivo de secano. Tras dejar atrás la amplia vega de Huertas Nuevas, justo en el punto donde el cauce del Guadiaro se acerca a la Cañada Real, encontramos un solitario y notable fresno.

5. Fresno de la Pasada de Gibraltar – km 7

Estamos bajo la sombra del histórico fresno de la Pasada de Gibraltar, ineludiblemente asociado a la historia más reciente de la Serranía de Ronda. Tanto la Cañada Real del Campo de Gibraltar como la línea férrea Algeciras-Ronda, inaugurada a finales de noviembre de 1892, fueron en otra época viales de comunicación de vital importancia para la comarca. La Cañada era desde tiempo inmemorial la vía de penetración para el comercio con los puertos costeros gaditanos y, desde la creación de la colonia inglesa de Gibraltar, uno de los caminos más frecuentados durante los siglos XVIII y XIX por arrieros, contrabandistas y los llamados viajeros románticos, muchos de ellos militares británicos asentados en ‘La roca’ y centroeuropeos, ávidos de conocer y vivir experiencias en una tierra pintoresca como la Serranía de Ronda.

Pero, naturalmente, el ferrocarril supuso un antes y un después en las relaciones comerciales con la colonia inglesa de Gibraltar. Con la llegada, este punto concreto será uno de los establecidos por los estraperlistas para que los cómplices recojan los alijos (tabaco, café, azúcar, telas, etc.) lanzados por las ventanas a fin de eludir los controles en la estación de Ronda. Posteriormente, las matuteras serán las encargadas de introducir el género en casas y comercios. En esta actividad ilícita del contrabando, que quitó mucha hambre hasta pasada la mitad del siglo XX, participaban familias enteras.

Dejamos atrás el término municipal de Ronda y penetramos en el de Benaoján. Un camino atraviesa la vía férrea hacia la pasada de Gibraltar, donde se vadea el Guadiaro y prosigue la Cañada Real junto al PR-251 en dirección a la cueva del Gato, estación de Benaoján y Benaoján. Seguimos al frente por un sendero bien marcado, el Camino Viejo de Ronda, el cual poco a poco gana altura entre enormes retamas y grupos de palmitos. Por aquí también proliferan la esparraguera, el erguén, el espino negro y el acebuche. Y si alzamos la vista podemos observar grupos de buitres leonados, muy abundantes en estos cielos. Del camino cabe destacar la conservación, en varios tramos, del empedrado, los escalones y los vierteaguas, que constatan la importancia de la comunicación entre Benaoján y Ronda. Si estamos atentos descubriremos fósiles de algunas conchas marinas en estas rocas de calizas jurásicas. Poco antes de acceder al punto más alto, es recomendable detenerse para avistar cómo afluyen al Guadiaro las frías aguas del Gaduares. Avanzamos unos metros más y ganamos el puerto de Ronda.

6. Puerto de Ronda – km 9,9

El altozano nos ofrece una magnífica visión de la sierras de Benaoján y Montalate, paradigmas del relieve cárstico. La trocha se convierte en un estrecho carril aprisionado entre muros de piedras que nos separan de las parcelas de olivar. Desde allí se divisan el barrio alto de Montejaque y Benaoján, asentada en la falda de su sierra y dilatada hacia el alargado poljé de la Vega. El camino deja entrever los restos de la antigua calzada; de seguir sin arreglo, en poco tiempo las lluvias desvelarán la lozanía de su empedrado. Tras dibujar unos zigzags, llegamos a Benaoján, célebre entre otros motivos por su reputada industria chacinera y sobre todo por albergar la cueva de la Pileta, uno de los santuarios del arte rupestre más importante a nivel mundial.

7. Benaoján – km 11,8

Discurrimos por la travesía del pueblo (y recomendamos hacer un alto en el pozo de San Marcos para refrescarnos). De vuelta al camino, avanzamos en suave descenso hacia la Estación de Benaoján. Desde arriba atisbamos el portentoso nacimiento de Benaoján o de los Cascajales, uno de los manaderos por donde desagua el potente acuífero Montejaque-Cortes o Sierra de Líbar. En periodos de fuertes precipitaciones, el espectáculo del agua aflorando a borbotones congrega a propios y extraños. Junto al cauce atisbamos un antiguo molino reconvertido en hotel. Descendemos ahora por la Vereda de la Trocha y llegamos a la Estación de Benaoján.

8. Estación de Benaoján – km 13,3

La barriada de la Estación de Benaoján surge a raíz de la construcción de la línea férrea Bobadilla-Algeciras. Tiene su mayor auge a mediados del siglo XX, cuando la industria chacinera vive sus mejores momentos. La reconversión industrial de los años 80 produce un declive que es bien perceptible en el abandono de numerosas fábricas. A pesar de ello, en las que subsisten podremos comprar diferentes derivados del cerdo como mantecas de lomo, zurrapa colorá; chorizo, caña de lomo, salchichón, etcétera. En los últimos años se ha desarrollado la actividad turística, y son numerosos los alojamientos y restaurantes. Desde la Estación de Benaoján se pueden realizar algunos itinerarios de gran interés, siendo especialmente recomendables los que conducen por el SL-A 139 a la cueva del Gato, de 2,2 km de longitud, y el que sube a la cueva de la Pileta por uno de los senderos de uso público del Parque Natural Sierra de Grazalema, con 3,2 km (distancia de ida en ambos casos).

El GR 141 tiene su continuidad hacia Jimera de Líbar cruzando el paso a nivel con barreras y el puente sobre el Guadiaro. El vial que podremos observar en paralelo al río permite remontar hacia el charco de la Barranca y la cueva del Gato. Nosotros viramos al sur siguiendo las indicaciones del GR 141, GR 249 y SL-A 138. De la actividad de antaño en la Cañada del Campo de Gibraltar restan las ruinas de algunos molinos asociados a las riberas del río y ventas como la de María Joaquina, situada al margen izquierdo y reconocible por la presencia de dos palmeras en el patio delantero devoradas por el picudo rojo. De nuevo se puede observar que la erosión retira la capa de tierra que oculta el viejo empedrado.

Llegados a la altura de un túmulo sobre el camino, nos asomamos a una espléndida panorámica de Benaoján y su sierra. Luego contorneamos unas laderas profusamente cubiertas de encinas así como de robustos quejigos, ardiviejas, aulagas, matagallos y retamas locas. Al otro lado del río, en el paraje de la Fresnedilla, observamos las instalaciones de abastecimiento de agua de Benaoján y las viejas huertas de origen andalusí aún en explotación. Tras un leve descenso, el carril se topa con el puente sobre el arroyo del Agua. Una vez cruzado el cauce, engullido por un denso adelfal, avistamos las ruinas de la venta del Arroyo del Agua con el telón de fondo del ruiniforme Canchón en la otra orilla. Por detrás de los muros, dando vista al río, se conserva parte del empedrado de la era; igualmente subsisten algunas higueras y hasta un hermoso laurel. A partir de aquí el carril da paso a una vereda. Después de afrontar un leve ascenso, llegamos a otro fabuloso otero natural donde la trocha hiende la roca.

9. Mirador de las Angosturas – km 15,1

Sin duda, este hito del camino ofrece una extraordinaria visión de las Angosturas, el tramo enjuto excavado por el Guadiaro en las margocalizas cretácicas, dominadas por una destacada coloración bermeja. La línea férrea solventa la accidentada geografía a través de un túnel cuya boca de entrada contemplamos desde la placidez del sendero. En los remansos del río se pueden contemplar barbos gitanos, anguilas, bordallos y bogas. Más complicado resulta descubrir a la nutria, con una excelente población en esta cuenca. Otros ilustres habitantes del medio acuático son la garza real, el ánade azulón, el andarríos y el cormorán, que se deja arrastrar por la corriente del agua como si fuera un juego.

Seguidamente descendemos hasta la propia orilla del curso fluvial, inmerso entre adelfas y otras especies típicas del bosque en galería. Si nos fijamos bien, a un lado y otro del cauce, en la zona más estrecha, se ven los basamentos del puente del Moro, de indudable origen andalusí. Esta parte del sendero suele inundarse con las crecidas en épocas de lluvias y, por lo tanto, es uno de los puntos conflictivos cuando se dan las referidas circunstancias. Ascendemos y pronto nos situamos en un puesto dominante, dando vista por el oeste a las canchas de la Mesa, enclave donde se halla la famosa cueva de la Pileta, y al puente sobre el Guadiaro que precede al segundo túnel, sobre el que nos encontramos. Se ven quejigos y también palmitos, torviscos, lentiscos, erguenes, algunos algarrobos y un mosaico de plantas espinosas, entre ellas endrinos, escaramujos y majuelos, cuyos frutos otoñales hacen las delicias de las pequeñas aves paseriformes.

Avanzamos tranquilamente por un trazo en suave descenso, a veces cercados por las encinas y las retamas amarillas y otras por los robustos quejigos. Una baranda de reciente instalación proporciona seguridad en un talud, signo inequívoco de que en breve y por una pendiente más pronunciada, llegaremos a Arroyo Seco.

10. Arroyo Seco – km 17,4

Ya estamos en los límites del municipio de Jimera de Líbar. Pasamos Arroyo Seco por un pontón de madera, aunque caudal sólo lleva en periodos de lluvias. Desde este momento tendremos muy próximos la vía del tren y el propio Guadiaro. Digna de fotografía es la imagen de este cerrado valle con la sucesión de lomos interfluviales de los barrancos que descienden desde la sierra del Palo, más si coincide con grandes precipitaciones; entonces el paisaje adquiere tintes majestuosos con el agua derramándose por bellísimas cascadas. Hace ya años, concretamente el 19 de enero de 1979, debido a una fuerte tromba de agua, cayó un enorme bloque de piedra en la vía que provocó el descarrilamiento de la máquina del expreso Algeciras-Madrid. No hubo víctimas, aunque el rescate de la locomotora del cauce supuso una ardua tarea. Para evitar los reiterados desprendimientos se han colocado o reforzado, en las laderas con mayor pendiente, unos gruesos mallazos metálicos que llaman la atención.

Toca ahora descender por la cuesta de los Recoveros. Tendremos que andar con precaución pues hay mucha piedra suelta y los punzantes hincos de hierro que sujetan las mallas no están debidamente protegidos. Resuelto el trance, alcanzamos un morrocotudo puente de color verde y obviamos al frente el trazado del SL-A 138, que igualmente llega a la Estación de Jimera. Una vez en la otra orilla, trasegamos entre una vega de nogales y el río. Es probable que en periodos de lluvias el sobrante de una acequia, o el propio río en crecidas, inunde parte del camino. Si se dieran estos casos, o pasamos con sumo cuidado, aunque tengamos que mojarnos el calzado, o nos damos la vuelta y enfilamos el recorrido del SL-A 138; dicho queda. Seguidamente alcanzamos la zona de baños y el embarcadero de piraguas de la Estación de Jimera.

11. Barriada Estación de Jimera de Líbar – 20,9 km

Al igual que la Estación de Benaoján, la de Jimera surge al amparo de la actividad que proporciona la línea Algeciras- Bobadilla. El clima benigno de esta población, donde proliferan las huertas y cultivos de cítricos, no pasó inadvertido a turistas y veraneantes, que lo convirtieron en pionero del turismo rural en el territorio malagueño. Desde aquí se pueden realizar varias rutas con los ejes de la Cañada Real del Campo de Gibraltar y el Guadiaro, por un lado, y el núcleo matriz de Jimera de Líbar, por otro. En este lugar se puede practicar también el piragüismo, pues el tramo de río entre las estaciones de Benaoján y Jimera es propicio para ello. Aquí se han celebrado algunos campeonatos de descenso en aguas bravas.

El GR 141 enfila por la calle en paralelo al río hasta franquear la vía por un paso subterráneo. A la salida tomamos hacia arriba una calle que nos traslada a una rotonda por donde pasa la carretera MA-8307.

Progresamos por el acerado hacia Jimera, cortando camino de vez en cuando entre campos de labor, olivos, almendros, acebuches y hediondos.

12 Jimera de Líbar – 22,4 km

Llegamos a Jimera de Líbar, donde numerosos carteles dan cuenta de la red de senderos de la Serranía de Ronda y del interés turístico del municipio. Junto a la Fuente, datada en 1789, encontramos la señalética de la siguiente etapa del GR 141, la que nos llevará a El Colmenar (Estación de Gaucín).

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