La exposición “Sky Line” de José María López Báez (Málaga, MCMLIX) muestra la imagen de la ciudad a través de los ojos de un genial observador. Desde los recónditos escondites de la mente, que provienen de lo que pudiera llamarse “Generación Altamira”, López Báez trae a sus lienzos de gran formato la esencia de la urbe. Su complicidad, su agobio, el ruido de sus calles, a la vez que la soledad de los personajes que la habitan.

Aquella “Generación Altamira” comía bisonte y son su sangre manchaba paredes; juntaba tierra y agua, y de los lodos conseguía texturas y tonos con los que dar color a sus obras. El excremento servía hasta para pintar. López Báez afirma comer bisonte de Altamira y mantiene la idea de que la obra de arte está perenne en cada acto que se realiza rutinariamente. Generación Altamira marca su territorio con arte.

El autor tiene el recuerdo genético de esos antepasados. Él mismo afirma que pinta hasta sin ganas y se ríe de lo genial que puede resultar a veces. Pinta sin pensar en el espectador, más aún, pinta sin pretender ver más allá de lo que el propio cuadro quiere decir. Se extraña cuando la gente, al mirar sus cuadros, pretende ver por lo menos lo que encuentra en otros; esto le sorprende.

Para el alcalde de Moclinejo, Antonio Muñoz, recibir la obra de José María López Báez en el municipio axárquico es un paso más en pro de la cultura. Insiste en que la cultura no es ocio. Es educación. “La cultura es indispensable para crear una sociedad sana y con capacidad crítica. Sin cultura conseguiremos una sociedad aborregada, sin capacidad de pensamiento”. Por eso, la obra de López Báez sirve para la reflexión. Para ver más allá de lo que el pintor plasma en sus cuadros y así el espectador da rienda suelta a su imaginación, se introduce en la pieza, en la ciudad, en las calles y forma parte de esa línea del cielo del horizonte, ese Sky Line que vemos siempre desde la lejanía.