Cineclub del 27. Proyección de ‘Tres páginas de un diario’ (‘Tagebuch einer Verlorene’) de G. W. Pabst (1930).
Miércoles 20 de junio, a las 20:30 hs.
Centro Cultural MVA.
Entrada gratis hasta completar el aforo.

Estrenada en septiembre de 1929, ‘Tres páginas de un diario’ fue la segunda versión cinematográfica de la novela ‘Diario de una Perdida’ de Margarethe Bohme. Pero si de la otra no se guarda recuerdo se debe en buena medida a la dirección de G. W. Pabst que aplica a la exposición del argumento su penetrante bisturí social. Fue también el segundo film que unió al director, máximo exponente de la Nueva Objetividad en el cine del momento, con Louise Brooks, uno de los mitos visuales del cine y del siglo XX cuyo legado reaparece periódicamente aún hoy día.

Es el título que cierra la llamada “trilogía erótica”, comenzada con ‘Crisis’ (1928) y seguida con ‘La caja de Pandora’ a principios del año siguiente, en la que Pabst presentó una implacable radiografía de la sociedad de la República de Weimar. De los problemas de censura y distribución que tuvieron en su momento estos films da idea el sobrenombre con el que son recordadas, aunque sin duda influye la hechicera presencia de Louise Brooks, que puso entonces de moda su característica melenita.

La película es un desgarrado melodrama que incide en la desigualdad sexual ante los usos y costumbres aún decimonónicos pese a la brusca entrada en otro siglo que había supuesto, quince años antes, la Gran Guerra y sus tremendas secuelas. Su título original, suavizado para su estreno en nuestro país pero vigente en las traducciones francesa e inglesa, es ‘Diario de una perdida’, que muestra la incomprensión de una sociedad hipócrita ante los infortunios de la protagonista.  Louise Brooks encarna a una mujer atormentada por su entorno desde la infancia que asiste al despido de su institutriz por embarazo, desprecio paterno, ultraje, niño robado, severo reformatorio, matrimonio por interés, extorsión traidora, la lascivia mordiente de cuantos la rodean y varios contratiempos más en un ambiente teñido de naturalismo que alterna las sórdidas callejas con los fiestas de los magnates.